En España, el secuestro de quinientas niñas cristianas por parte de los terroristas de 'Boko Haram', apenas ha entristecido a las feministas y a los ecologistas 'sandía', que entran en la misma lata
No es Alfonso Ussía hombre que nade a favor de corriente. Si por algo destaca el escritor, además de por su elegancia natural, vasta cultura y verbo florido, es por soltar lo que piensa indiferente a los aplaudos o pitos del tendido.
Lo ha hecho otra vez este 4 de agosto de 2015 en su columna de ‘La Razón‘ y se ha quedado tan pancho (Las grandes líneas aéreas de EEUU prohíben transportar trofeos de caza).
Resta Ussía importancia a la caza y muerte de Cecil, el emblemático león de Zimbabue, ocurrida hace unos días (El cazador de Cecil pide disculpas: «No sabía que era un león tan conocido»).
En su columna, de arranque y para poner al lector en situación, el periodista cuenta como disminuyó su simpatía por los leones cuando se encontró frente a uno que habita el Parque de la Naturaleza de Carbáceno (Santander) y el felino mostró interés por sus «deseables muslos«.
El periodista critica además que la gente se manifieste por la caza de un animal y no por el secuestro y violación de niñas en Nigeria:
«En España, el secuestro de quinientas niñas cristianas por parte de los terroristas de ‘Boko Haram’, la violación de sus cuerpos y su posterior venta como si fueran terneras, apenas ha entristecido a las feministas y a los ecologistas ‘sandía’, que entran en la misma lata».
Ussía defiende que el dentista estadounidense dio una muerte digna al león Cecil:
«Ese león, se aproximaba al final de sus días. Su muerte le llegaría en un año, como mucho. Y su manera de morir hubiera sido mucho más desagradable. Desdentado, despreciado por todas las manadas, desnutrido, sin defensas y a bocados de una manada de hienas. La caza equilibra la naturaleza».
Subraya que Cecil era un gran león, pero que ya le sucederá otro en belleza y fuerza.
El escritor concluye asegurando que «la caza es, con toda seguridad, la fuente de recursos más segura y creciente en muchos países».
Y aunque entiende la oposición a la caza cree que «hay en sus argumentos más demagogia y cretinismo que base científica y naturalista».
