¿Por qué algunas personas son más afortunadas que otras?

Así escapa este conejo de las fauces de un gato para caer en las garras del búho

La gente crea su propia buena y mala suerte

Si crees en la mala suerte, una vez visto el vídeo coincidirás con nosotros en que se cebó con este pequeño animal.

Al inicio, se ve al gato con el conejo, que se queda completamente inmóvil de miedo, hasta que el felino lo atrapa con la boca.

Al retirarse con su presa, algo parece distraer al gato, pues deja caer al conejo.

Este logra escapar, pero en su huida es atrapado por un búho

La grabación ha recogido el momento, ocurrido en la localidad de Brush Prairie (Washington, EEUU).

LA SUERTE EN LA VIDA

Y visto esto y pasando de los animales a las personas, la pregunta obligada esta muy clara: ¿Por qué algunas personas son más afortunadas que otras?

«La gente crea su propia buena y mala suerte», asegura el psicólogo Richard Wiseman.

Wiseman ha estudiado el papel de la suerte y el impacto que tiene en la vida de las personas.

Él lo denomina una «investigación científica» que analiza lo que diferencia a las personas que se consideran afortunadas y a las que se consideran desafortunadas.

¿La conclusión? La suerte no es una habilidad mágica o el resultado del azar. Se trata de cómo pensamos y nos comportamos.

Así, las personas a las que llamamos «afortunadas» en realidad están haciendo cuatro cosas bien.

1. Aprovechar nuevas oportunidades

Las personas que se autodefinen como afortunadas son capaces de detectar y aprovechar oportunidades en el momento adecuado.

Cuando se les presenta un nuevo camino, lo transitan sin dudarlo.

En cambio, con la gente desafortunada sucede exactamente lo contrario, dice Wiseman.

«Viven fijados en una rutina. Así que, aunque se les presente una oportunidad, tienen mucho miedo de aprovecharla».

2. Seguir nuestro instinto

Aprovechar esa nueva oportunidad tiene mucho que ver con seguir nuestros instintos.

Y los afortunados no tienen miedo de hacerlo.

Si algo les da buenas sensaciones, hacen un acto de fe y se lanzan a ello.

Pero las personas con mala suerte son analíticas por naturaleza y tienden a pensar demasiado en la situación, lo que termina convirtiéndose en una gran desventaja.

Según Wiseman: «les lleva más tiempo decidir las cosas y, a menudo, su forma de pensar no es muy útil».

3. Confiar en que todo saldrá bien

Como optimistas que son, los afortunados esperan lograr el éxito en todos los proyectos que emprenden.

«Esperan que las cosas salgan bien, y esa convicción se convierte en una profecía autocumplida».

Puede que no funcione siempre, pero tener una actitud positiva los ayuda a seguir adelante incluso en momentos difíciles.

Esta cualidad tiene un efecto dominó y termina atrayendo a otras personas.

En las personas con mala suerte, su naturaleza pesimista los domina.

Como resultado, dice Wiseman, la gente «tiende a evitarlos porque siempre están muy apagados».

4. Mantenerse positivo

La clave es mantenerse positivo.

A todos nos suceden cosas malas, pero los afortunados consiguen recuperarse de esas experiencias.

Aprenden de las situaciones y siguen adelante.

Esto transforma la mala suerte en buena.

Pero los que se consideran «desafortunados» se dejan arrastrar incluso por las cosas negativas más banales.

Están convencidos de que el futuro será sombrío y de que no merece la pena intentar cambiarlo.

¿Quieres tener suerte?

Por suerte, hay esperanza.

Richard Wiseman afirma que adoptar ciertas técnicas puede ayudar a cualquiera a pensar y comportarse como una persona con suerte.

Una de ellas es mantener un «diario de la suerte» para ser más afortunados.

«Apunta lo más positivo y afortunado que haya sucedido hoy, sin importar lo trivial que sea».

Esto contribuye a reducir la negatividad y ayuda a centrarse en los aspectos positivos de la vida.

Es cierto que algunas de las cosas que nos pasan están fuera de nuestro control, pero mantener un «diario de la suerte» puede ayudar a construir una actitud de resistencia frente a la adversidad.

Puede que no sea inmediato, dice Wiseman:

«pero después de una semana, más o menos, comienza a tener un impacto real en la gente».

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