Hace pocos millones de años los peces ciegos de las cuevas (Astyanax mexicanus) quedaron atrapados en cavernas oscuras al noreste de México y sufrieron con el tiempo alteraciones morfológicas. El resultado es que en la actualidad estos animales carecen de ojos en la edad adulta, no tienen pigmentación y presentan unos cambios conductuales y fisiológicos únicos, que son motivo de estudio por los científicos.
Estos peces tropicales de agua dulce desarrollan los ojos pero pierden a los pocos días el tejido ocular, lo que impide que estos órganos terminen su formación. Según un equipo internacional de científicos, este mecanismo no se produce por una mutación genética (cambios permanentes en el código del ADN), sino por una regulación epigenética, es decir por un silenciamiento de los genes relacionados con los ojos, según SINC.
El nuevo estudio, publicado en la revista Nature Ecology & Evolution, permitió identificar los roles de 26 genes compartidos por los humanos, 19 de los cuales han estado implicados en trastornos oculares humanos.
“Muchos de los genes identificados en estos peces también están vinculados a los trastornos oculares humanos”, dicen los autores
“Nuestro estudio muestra cómo un solo gen puede tener múltiples funciones en la generación de ceguera en esta especie de pez al silenciar simultáneamente la función de muchos genes”, explica William Jeffery, profesor de Biología de la Universidad de Maryland (EE UU), que ha colaborado junto a los Institutos Nacionales de Salud (NIH). Así es como se limite el desarrollo de los ojos de los peces.