VÍDEO / Anguila Eléctrica vs Tiburón, Cocodrilo y Pulpo

Anguila Eléctrica: el silencioso asesino de las profundidades

La llamada anguila eléctrica (Electrophorus electricus) emite descargas eléctricas que provocan la contracción de los músculos de sus víctimas, paralizándolas.

En el vídeo se ve perfectamente como es capaz de atacar a enemigos temibles como el tiburón, el cocodrilo o el pulpo, dejándolos antes ‘sonados’ con una descarga electrica.

Así, puede acercarse y engullirlas de un bocado.

Es la primera vez que se observa a un animal controlar de forma remota a una presa con electricidad.

«Los peces se escapan con gran facilidad. Si las anguilas no tuvieran esta capacidad, les resultaría muy difícil atraparlos», explica el biólogo Kenneth Catania, cuyo estudio ha sido publicado en la revista Science.

«El mecanismo es el mismo que el de una pistola eléctrica».

A pesar de su nombre, las anguilas eléctricas no son auténticas anguilas, sino una especie de pez de la familia Gymnotidae que habita en los ríos Amazonas y Orinoco.

Tienen tres órganos que emplean para enviar y recibir descargas de electricidad.

Dos de ellos emiten descargas de bajo voltaje, que los científicos ya consideraban como un sexto sentido.

Las anguilas utilizan estas descargas como un sónar que les permite «ver» lo que les rodea, al igual que los murciélagos o los delfines con la ecolocación.

El tercer órgano emite descargas de alto voltaje que utilizan para paralizar a sus presas en tres milisegundos.

Para averiguar cómo lo hacen, Catania anestesió a un pez cuyo cerebro había sido incapacitado pero que tenía las fibras musculares intactas; después introdujo a una anguila eléctrica en el tanque con el pez y midió las contracciones de éste.

Al enviar la anguila, sin estar en contacto con el pez, descargas de alto voltaje, los músculos del pez se contrajeron con fuerza, paralizándolo.

Sin embargo, antes de poder inmovilizarlo, la anguila tiene que encontrarlo. Posteriores experimentos revelaron que las descargas de bajo voltaje provocan espasmos involuntarios en los peces cercanos.

Así, las anguilas pueden «sentir» los movimientos del agua que se producen tras ellos y que les permiten localizar a su víctima.

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