Los dinosaurios siguen siendo noticia. Los científicos están de acuerdo en que los dinosaurios desaparecieron hace 66 millones de años a causa del brutal impacto de un gigantesco meteorito de 12 km de diámetro en lo que hoy es la provincia de Yucatán, en México. Las consecuencias del choque sobre el clima de la Tierra, y posiblemente una intensa actividad volcánica, provocaron una extinción masiva al final del período Cretácico. El 75% de la vida en nuestro planeta se esfumó para siempre, según ABC.
Sin embargo, existe un debate sobre si los dinosaurios estaban floreciendo antes de la hecatombe, o si, al contrario, habían entrado en declive debido a cambios a largo plazo en el clima durante millones de años. Algunos investigadores han sugerido que estos animales ya estaban pasándolo mal, es decir, que la diversidad de especies y cantidad de ejemplares caían en picado cuando la roca espacial, de remate, se les vino encima.
Ahora, un nuevo análisis de investigadores del Imperial College y el University College de Londres y la Universidad de Bristol concluye que de malos tiempos nada: a los dinosaurios les iba estupendamente hasta que el destino cambió repentinamente a causa de un golpe de billar cósmico. Esta es la conclusión a la que han llegado tras modelar el entorno cambiante y la distribución de las especies de dinosaurios en América del Norte. Los resultados aparecen publicados este miércoles en la revista «Nature Communications».
«Los dinosaurios probablemente no estaban condenados a la extinción hasta el final del Cretácico, cuando el asteroide golpeó, declarando el final de su reinado y dejando el planeta a animales como mamíferos, lagartos y un pequeño grupo de dinosaurios sobrevivientes: las aves», señala el investigador principal del estudio, Alessandro Chiaernza, del departamento de Ciencias de la Tierra del Imperial College.
«Los resultados de nuestro estudio sugieren que los dinosaurios en su conjunto eran animales adaptables, capaces de hacer frente a los cambios ambientales y las fluctuaciones climáticas que ocurrieron durante los últimos millones de años del Cretácico Superior. Un cambio climático prolongado no causó un declive a largo plazo de los dinosaurios en las últimas etapas de este período», señala.
El estudio muestra cómo las condiciones cambiantes de la fosilización hacen que los análisis anteriores hayan subestimado el número de especies al final del Cretácico. El equipo se centró en América del Norte, donde se conservan muchos dinosaurios del Cretácico Tardío, como Tyrannosaurus rex y Triceratops. Durante este período, el continente se dividió en dos por un gran mar interior.
En la mitad occidental había un suministro constante de sedimento de las Montañas Rocosas, que se estaban formando, y crearon las condiciones perfectas para que los dinosaurios fosilizaran una vez muertos. La mitad oriental del continente se caracterizó por condiciones mucho menos adecuadas para la fosilización.
Esto significa que se encuentran muchos más fósiles de dinosaurios en la mitad occidental, y es este registro fósil el que se usa a menudo para sugerir que los dinosaurios estaban en declive durante los pocos millones de años anteriores al ataque del asteroide.
«La mayor parte de lo que sabemos acerca de los dinosaurios norteamericanos del Cretácico Tardío proviene de un área más pequeña que un tercio del continente actual, y sin embargo sabemos que los dinosaurios deambularon por todos lados en toda América del Norte, desde Alaska a Nueva Jersey y hasta México», dice el coautor del informe Philip Mannion, del University College.
En lugar de utilizar este registro conocido exclusivamente, el equipo empleó el «modelo de nicho ecológico». Este enfoque modela las condiciones ambientales, como la temperatura y la lluvia, que cada especie necesita para sobrevivir.
El equipo mapeó dónde se producirían estas condiciones en todo el continente y durante cuánto tiempo. Esto les permitió crear una imagen de dónde podrían sobrevivir los grupos de especies de dinosaurios a medida que cambiaban las condiciones, en lugar de simplemente dónde se habían encontrado sus fósiles.
El equipo descubrió que los hábitats que podían soportar una variedad de grupos de dinosaurios en realidad estaban más extendidos al final del Cretácico, pero en áreas con menos probabilidades de preservar fósiles. Además, estas áreas potencialmente ricas en dinosaurios eran más pequeñas dondequiera que ocurrieran, reduciendo nuevamente la probabilidad de encontrar un fósil en cada una de ellas.
¿El resultado? Que es probable que hubiera muchos más dinosaurios de lo que pensábamos cuando el meteorito se empotró en el Yucatán, lo que significa que seguían triunfando en nuestro planeta.