Se necesitó de un equipo multidisciplinario de al menos 24 personas para lograr inmovilizar en Miami (EE UU) a una jirafa de casi 2.000 libras de peso (907 kilogramos) con dos patas fracturadas, para colocarle zapatos de goma hechos a medida y tomarle radiografías, operación que el parque de Florida calificó de «reto extremo».
El animal tiene 11 años de edad y es llamado Pongo, llevaba algún tiempo padeciendo de cojera, por lo que los veterinarios decidieron realizar una intervención compleja por lo difícil que, según explicaron, resulta anestesiar a una jirafa.
Con una altura de 16 pies (4,87 metros), el animal sufría una cojera severa que había «restringido significativamente su movilidad y le estaba dificultando realizar sus actividades diarias», indicó el Zoológico de Miami en un comunicado este martes 22 de septiembre.
La jirafa, había experimentado un deterioro significativo en las últimas semanas y estaba recibiendo medicamentos que le ayudaban a controlar su dolor.
Para las labores de inmovilización fue necesario «un esfuerzo altamente coordinado» por parte de un equipo de más de dos docenas de personas procedentes de varias instituciones, incluidos veterinarios, cuidadores de zoológicos y herreros.
Una vez sedada en el suelo y con su cabeza en alto descansando sobre un tablón, se realizaron simultáneamente diferentes tareas, entre ellas las radiografías, poda de los cascos, terapia con láser y la recolección de muestras de sangre y tejido.
También le colocaron a Pongo en sus patas traseras unos zapatos de goma personalizados, que tuvieron que «modelarse», detalla la institución, el único zoológico subtropical en los Estados Unidos continental.
Los Rayos X revelaron que Pongo tenía una fractura reciente en la pata trasera izquierda, así como una más «vieja» en la delantera derecha.
Le colocaron unos zapatos están diseñados para inmovilizar y soportar la pata recientemente fracturada, mientras ayudan a equilibrar la pata opuesta.
Debido a la extraordinaria anatomía y tamaño de una jirafa, el mayor desafío fue inmovilizar a Pongo de manera segura y mantener al animal bajo anestesia mientras se controlaban sus signos vitales, señala la fuente.
Por lo general, las jirafas adultas son de los animales más difíciles de anestesiar. «La muerte como resultado de no poder recuperarse de la anestesia es un riesgo grave», señaló el zoológico, reabierto al público hace poco más de una semana tras cerrar el 4 de julio por la pandemia de COVID-19.
Pongo, que ya se encuentra disfrutando de la naturaleza junto a su manada, le tomó casi 40 minutos ponerse de pie tras la intervención, lo que trajo «una gran sensación de alivio a todo el equipo».