Se convirtió en la primera astronauta de la Tierra

Laika: La triste historia de la perrita rusa que fue enviada a morir al espacio

Han pasado 63 años del lanzamiento del primer ser vivo al espacio

Laika: La triste historia de la perrita rusa que fue enviada a morir al espacio

¿Cuántos animales en el mundo son sacrificados en nombre de la ciencia? Tal y como ‘Laika’, millones de animales indefensos son torturados y asesinados indiscriminadamente para alguna investigación.

El programa espacial soviético contempló para el lanzamiento del Sputnik 2 un sacrifico de una perrita callejera.

El experimento estuvo repleto de controversia, en especial por las organizaciones defensoras de animales.

Para ese entonces, los científicos optaron por utilizar perros callejeros de Moscú, ya que se asumía que estos animales ya habían aprendido a soportar las condiciones extremas de frío y hambre.

Entre 1948 y 1961, 48 perros, 15 monos y dos conejos abrieron el camino para los descubrimientos en el espacio.

Veintisiete de ellos murieron en accidentes debido a circunstancias imprevistas durante la travesía.

Laika fue el único animal deliberadamente enviado para una muerte segura lejos de la Tierra.

Oleg Gazenko, uno de los científicos del programa espacial soviético, lamenta 30 años después la decisión haber enviado al espacio a Laika, la perra que se convirtió en la primera astronauta de la Tierra, y que pagó ese indeseado honor con su vida.

Cuanto más tiempo pasa, más lamento lo sucedido. No debimos haberlo hecho… lo que aprendimos de esa misión no fue suficiente como para justificar la muerte de la perra.

El 4 de octubre los soviéticos consiguieron poner en órbita el primer satélite artificial de la historia, el Sputnik 1, pero las presiones de la carrera espacial llamaban a algo más espectacular: había que llevar a una persona al espacio.

No obstante, eso era demasiado peligroso para la época, ya que los sistemas de soporte vital de las naves estaban lejos de ser fiables y, a pesar de los equipos de entrenamiento, se sabía demasiado poco sobre los efectos reales que podría tener la puesta en órbita y posterior regreso para el cuerpo humano.

Fue así como la elección recayó en una perra mestiza callejera en la que se fijaron por su carácter dócil y por ser la que mejor respondía al ser confinada en espacios cerrados.

Vladimir Yazdovsky, el director del programa de entrenamiento, señaló de ella que era “tranquila y encantadora”.

Le pusieron varios nombres como Limoncito, Ricitos y aquel con el que pasó a la historia: Laika, que significaba “ladradora”, a pesar de su carácter apacible.

El equipo estaba consciente que la enviaban directo a su muerte.

Más de uno, tras la desintegración de la Unión Soviética, manifestó sus remordimientos por haberlo hecho, pero no tenían elección ante las órdenes de Kruschov.

Laika tenía solo dos años y antes de ser recogida para el programa espacial no había conocido más que el frío de las calles moscovitas.

Antes del lanzamiento, Yazdovsky quiso obsequiarla con un poco de felicidad y se la llevó a su casa para que jugara con sus hijos: “Quería hacer algo bueno por ella, ya que le quedaba muy poco tiempo de vida”.

En su momento los científicos aseguraron que Laika sobrevivió por lo menos cuatro días en el espacio, y quizás hasta una semana, cuando comenzaron a fallar los transmisores del Sputnik.

Pero Malashenkov confesó que se había dejado de recibir señales vitales de la perra entre cinco y siete horas después de iniciado el vuelo.

El Sputnik 2 continuó orbitando la Tierra durante seis meses hasta que perdió altura y se desintegró en las capas altas de la atmósfera el 4 de abril de 1958.

El trágico final de Laika les aportó a los especialistas los primeros datos del comportamiento de un organismo vivo en el medio espacial. Todo, a cambio de un macabro experimento que le costo la vida y más sufrimiento a esta perrita.

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Autor

Yéssica Salazar

Licenciada en Comunicación Social, mención Periodismo. Con Máster en Gerencia y Tecnologías de la Información. Con infinito amor por el periodismo y los medios audiovisuales que me han permitido conocer nuevos senderos, diferentes y desconocidos.

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