Hay quien dice que la curiosidad mató al gato, pero en los Cárpatos rumanos, la imprudencia humana y las ganas de inmortalizarlo todo en redes sociales pueden costar muy caro. Es la historia del italiano Omar Farang Zin, que, cámara en mano y sonrisa puesta, decidió acercarse demasiado a una osa parda y sus crías para hacerse el ‘selfie’ de su vida. El desenlace fue brutal: la osa, defendiendo a sus cachorros, lo atacó y arrastró hasta un barranco, donde falleció. La noticia ha dado la vuelta al mundo y ha reabierto una conversación incómoda pero necesaria: ¿sabemos convivir con los grandes animales salvajes que aún sobreviven en nuestro continente?
El episodio ocurrió en una de las carreteras más bellas de Rumanía, la Transfagarasan, entre montañas cubiertas de bosques y con una población notable de osos pardos. Zin no solo se bajó de la moto para acercarse a los animales, sino que compartió imágenes del encuentro en redes sociales. Según reconstrucción policial, todo apunta a que su cercanía excesiva fue el desencadenante del ataque. Los testigos avisaron a emergencias, pero nada pudo hacerse por él.
La osa terminó siendo sacrificada por las autoridades para evitar más riesgos en una zona donde la densidad de osos supera ampliamente el «número óptimo» calculado para la región.
Osos europeos: ¿una especie amenazada o en expansión?
Cuando pensamos en osos europeos, solemos imaginar esas imágenes majestuosas de plantígrados cruzando ríos o caminando entre hayedos. Lo cierto es que el oso pardo (Ursus arctos) está lejos de ser un simple símbolo bucólico: es uno de los grandes carnívoros aún presentes en Europa, aunque con historias muy distintas según el país.
En Rumanía, por ejemplo, se estima una población actual entre 10.400 y 12.700 ejemplares, cifra bastante superior a lo que se creía hace unos años y solo superada por Rusia en todo el continente. Esta abundancia contrasta con la situación crítica de otras regiones europeas; por ejemplo, España apenas cuenta con unos 370 individuos repartidos entre la Cordillera Cantábrica y los Pirineos. En Eslovaquia, otro país con fuerte presencia osera (unos 1.300 osos), las autoridades han autorizado recientemente el sacrificio masivo de 350 ejemplares tras varios incidentes graves con personas.
¿Están entonces los osos pardos europeos en peligro de extinción? La respuesta depende del territorio:
- En países como Rumanía o Eslovaquia, la población ha crecido hasta niveles que algunos consideran problemáticos para el equilibrio local.
- En otras regiones —como España, Francia o Italia— siguen catalogados como especie protegida y vulnerable.
Las organizaciones ecologistas alertan: reducir drásticamente las poblaciones puede poner en jaque décadas de conservación y afectar gravemente a la biodiversidad europea.
¿Son realmente un peligro para los humanos?
La imagen del oso como amenaza es tan antigua como recurrente. Sin embargo, las cifras invitan a matizar:
- En Rumanía, entre 2004 y 2024 se registraron 26 muertes humanas por ataques de oso y 274 personas heridas.
- En Eslovaquia, desde el año 2000 ha habido 108 ataques a personas (con dos fallecidos).
- En España o Francia los incidentes son extremadamente raros gracias a políticas activas para evitar el contacto directo.
¿A qué se debe entonces este repunte en algunas zonas? Los expertos señalan varias causas:
Pérdida de hábitat: La urbanización creciente y la deforestación empujan a los osos fuera de sus refugios naturales.
Falta de alimento natural: Los cambios en el entorno y las cosechas pobres hacen que busquen comida cerca —o dentro— de núcleos urbanos.
Costumbres humanas: Dejar residuos accesibles o alimentar deliberadamente a los animales incrementa su confianza (y agresividad) hacia las personas.
En muchos casos —como el reciente ataque fatal— el riesgo surge cuando humanos ignoran las advertencias básicas: nunca acercarse ni molestar a una madre con crías, no alimentar ni buscar contacto directo para hacer fotos espectaculares.
Estrategias para una convivencia posible
La coexistencia pacífica entre humanos y osos es posible, pero requiere educación, prevención y gestión inteligente:
- Sistemas de alerta: En zonas donde hay presencia frecuente de osos se han implementado alertas por móvil para advertir a residentes y turistas.
- Barreras físicas: Cercas eléctricas alrededor de aldeas o contenedores especiales para basura evitan atraer animales.
- Zonificación: Algunos países aplican sistemas diferenciados según el nivel real de riesgo y densidad osera.
- Educación: Programas escolares y campañas informativas insisten en no acercarse jamás a un oso ni intentar fotografiarlo desde cerca.
En España —donde no suelen producirse ataques— las administraciones llevan años aplicando medidas preventivas eficaces para evitar que los osos se habitúen a la presencia humana.
Curiosidades irresistibles sobre los osos europeos
- El oso pardo europeo puede pesar más de 300 kilos… pero es capaz de correr tan rápido como un atleta olímpico.
- A pesar del miedo que infunden sus garras, su dieta es mayoritariamente vegetariana: frutos secos, raíces, miel… aunque tampoco desprecian carroña o pequeños mamíferos.
- Son animales solitarios excepto durante la época reproductiva o cuando las madres cuidan a sus cachorros.
- Tienen una memoria prodigiosa: recuerdan rutas migratorias y fuentes estacionales de alimento durante años.
- Aunque parecen torpes, trepan árboles si es necesario… ¡y nadan sorprendentemente bien!
- El mito del «oso amigo» viene más del cine que del campo; cualquier oso salvaje puede ser letal si se siente amenazado —especialmente si hay oseznos cerca.
La próxima vez que te cruces con un cartel advirtiendo “zona de osos”, recuerda: admirarles sí; intentar hacerte un selfie… mejor no.