Dispensar metadona en la farmacia facilita la recuperación del paciente

Si se destierran prejuicios, se eliminan situaciones de marginalidad y se controla su adicción con la adherencia a un tratamiento farmacológico, el toxicómano no es sustancialmente distinto a otros enfermos crónicos. Así lo entienden las farmacéuticas comunitarias guipuzcoanas Paz Esnal (San Sebastián) y Cristina Gorospe (Andoain), que participan desde hace años en el Programa de Mantenimiento con Metadona en Oficinas de Farmacia del Servicio Vasco de Salud-Osakidetza y el Colegio de Farmacéuticos de Guipúzcoa.

«Nunca me he planteado abandonar el programa»

asegura Esnal, que lleva en él desde que arrancara hace una década.

«Aunque he vivido situaciones difíciles, han sido muy puntuales y al final han pesado más las experiencias satisfactorias».

Gorospe, por su parte, entiende que la administración de estos tratamientos «está muy normalizada» y resalta la contribución de las farmacias a la reintegración social del drogodependiente. La disponibilidad horaria y geográfica de las boticas (en Guipúzcoa están cubiertos 47 municipios) contribuyen a que el paciente no se convierta en un esclavo de la metadona, y la atención personalizada evita que se formen guetos, según informa Correo Farmacéutico.

Consumo de cocaína

Los datos de 2005 muestran que la mitad de las farmacias de esta provincia (150) cuentan con acreditación para dispensar metadona a 444 pacientes. La participación de unos y otros ha ido en aumento hasta 2003, año que supuso un punto de inflexión en parte porque las tendencias de consumo están cambiando: la vía parenteral es residual y han ganado terreno el cannabis y la cocaína.

Los programas de metadona en boticas son una iniciativa ampliamente secundada por los colegios de farmacéuticos de las distintas provincias, y en las que no están instaurados, los farmacéuticos han solicitado su implantación: en Asturias están en trámites y los farmacéuticos de la Sociedad Valenciana de Farmacia Comunitaria acaban de reclamarlo.

«Se ha demostrado que los primeros recelos para establecer una buena relación profesional con estos pacientes eran injustificados»

apunta Begoña Ortega, coordinadora del programa del COF de Guipúzcoa, que intervino junto a las dos boticarias el pasado 28 de mayo en la jornada Farmacia y Drogodependencias organizada en San Sebastián por la Universidad del País Vasco y el colegio.

El compromiso de este último con los drogodependientes ya se había materializado antes con iniciativas como la dispensación del kit antisida en 1989 (jeringuilla, contenedor de plástico para desecharla, preservativo y ampolla de agua a bajo precio) y el inicio del programa de intercambio de jeringuillas en 1992.

Un aspecto positivo más del programa de metadona es que ha logrado institucionalizar la colaboración entre farmacéuticos, médicos y ATS.

«De todos modos, desde la oficina de farmacia se entiende que la interrelación entre los sanitarios que intervienen en la atención al drogodependiente es mejorable»

puntualiza Ortega.

Los farmacéuticos se ponen inmediatamente en comunicación con el médico cuando observan un cambio de actitud y comportamiento en los pacientes a los que supervisan la administración de las tomas. Si presentan trastornos duales (ver información inferior), el farmacéutico también debe vigilar que el paciente ingiera el tratamiento psiquiátrico.

«Es clave que en un programa de prevención de riesgos como es éste estemos presentes en el momento de la toma»

señala Gorospe. Otras tareas de la oficina de farmacia son la formulación magistral de la metadona y su dosificación en envases unidosis.

Buenos recuerdos

Pero, ¿qué puede aportar el farmacéutico a estos enfermos? «Tenemos la ventaja de que somos muy cercanos al paciente y le damos el tiempo que necesita. El contacto directo contribuye a que la relación sea más fluida y te haga partícipe de sus problemas», explica la boticaria donostiarra, que entiende que en esa interacción el farmacéutico también sale ganando.

«Muchos provienen de situaciones personales muy complicadas y siempre te cabe pensar qué habrías hecho tú de estar en su lugar. Luego recuerdas casos realmente entrañables, y es que algunos de los que fueron mis pacientes ya han descansado del todo, pero otros están completamente rehabilitados».

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