En España estamos acostumbrados a formar parte del vagón de cola de Europa en multitud de ámbitos. Somos los últimos en educación, lo éramos hasta hace poco en economía, estamos a la cola en inversiones en I+D,… y podríamos seguir así si continuáramos haciendo un barrido por la esfera económico-social. Por este motivo, siempre nos sorprendemos cuando nos comentan que destacamos en algo. Pues esto es lo que ocurre en el caso del mercado farmacéutico; concretamente, estamos en la locomotora de Europa en el número de establecimientos farmacéuticos que dispensan medicamentos a la población. Aunque todo esto también peligra.
España es el cuarto país europeo con menos habitantes por farmacia, lo que representa un beneficio para los usuarios de estos establecimientos. Los españoles, y quienes nos visitan, no tenemos dificultades en encontrar una farmacia en caso de necesidad. En las calles españolas hay una farmacia para cada 2.110 habitantes, mientras que en Europa doblan con creces esta cifra, al disponer de uno de estos locales por cada 5.176 habitantes, según un censo elaborado con motivo de la V Convención Nacional en Defensa del Modelo Mediterráneo de Farmacia, que se celebrará el próximo día 20 en Valencia.
Esta cita tiene como objetivo reivindicar el sistema de farmacia que se ha construido tanto en España, como en Malta, Chipre, Grecia y Bélgica, los países que se sitúan a la cabeza en la prestación de este servicio. La reclamación no es casual, sino un intento de evitar que las nuevas leyes europeas sobre la cuestión que se están debatiendo echen por tierra este modelo. En concreto, según la opinión vertida por el Colegio Oficial de Farmacéuticos de Valencia, Europa pretende premiar con el mercado farmacéutico a las grandes multinacionales, en detrimento de las farmacias pequeñas o de barrio:
«El Colegio Oficial de Farmacéuticos de Valencia considera que las recomendaciones de la Unión Europea perjudican a la población, ya que sólo buscan abrir el mercado a las cadenas multinacionales de farmacia, grandes superficies y a los grupos de distribución, que consiguen cambiar la legislación europea mediante poderosos lobbies de presión financiados con cuantiosos recursos económicos. Además, esta situación podría generar que las farmacias de barrios periféricos y los pueblos pequeños tuvieran que cerrar, ante la presión de las grandes cadenas, de forma similar a la presión que sufre el pequeño comercio»
Desde el sector de los profesionales de la farmacia no se comprenden las intenciones de Europa al cargarse un modelo como el mediterráneo, que consideran un «éxito». Claro, a no ser que:
«El citado Dictamen proviene del Departamento del Mercado Interior y sólo tiene en cuenta criterios económicos y no sanitarios en contra de las propias disposiciones de la Unión Europea que dan plena libertad a los países para que regulen los servicios farmacéuticos»
