Persecución a la comida basura

El Ministerio de Sanidad ha lanzado una voz de alerta al restaurante de comida rápida Burger King al considerar que fomenta la obesidad con un anuncio en el que promociona el consumo de hamburguesas gigantes. El departamento de Elena Salgado , fiel a su actitud inquisidora, exige a la hamburguesería que retire esa publicidad, en una decisión que marca un hito en la lucha contra la obesidad y la repudiada (pero consumida) comida basura.

Esta es la enésima prohibición del ministerio de Sanidad, dentro de la campaña que ha emprendido contra todo lo que tenga algún perjuicio sobre la salud. Su lucha más sonada contra los hábitos de los españoles fue aquella por la que envió a todos los fumadores a la hoguera; y ahora la emprende contra los restaurantes de comida rápida en un intento por disminuir la obesidad. La pregunta es: ¿debe el ministerio sanitario continuar con su actitud paternal, cuidando de los ciudadanos, o son éstos quienes deben tener la responsabilidad de sus actos, sin prohibiciones que les coarten?

El Ministerio, a través de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria (AESA), y en virtud de la Estrategia Naos para evitar la obesidad,viene reclamando a la empresa de comida rápida que retire la campaña desde el pasado 8 de noviembre. La denuncia de las autoridades sanitarias se debe a que la publicidad promociona el consumo excesivo de comida rica en grasas bajo el lema ‘XXL’, lo que, en opinión de los expertos, es un incentivo para que los niños y jóvenes asuman malos hábitos alimenticios.

Legalmente, la AESA se basa en que la publicidad incumple la normativa que firmó la Asociación de Cadenas de Restauración Moderna (FEHRCAREM), por la cual se acordaba perseguir las prácticas que pudieran conllevar un riesgo de obesidad. En concreto, el artículo 5 de dicho pacto estipula lo siguiente:

«Raciones gigantes: las empresas de FEHRCAREM, con el objeto de no promover la ingesta excesiva de alimentos, se comprometen a no incentivar el consumo de raciones o porciones individuales gigantes».

Ciertamente, la campaña, esa en la que se ve a un hombre saciando su gula con una hamburguesa gigante entre las manos, se salta el reglamento firmado. La AESA ha querido dejar claro que su denuncia a Burger King está motivada por los efectos nocivos que este tipo de hábitos alimenticios suponen para los consumidores:

«La AESA considera necesario informar a los consumidores sobre los aspectos nutricionales en los que se basa su petición. De acuerdo con los análisis realizados por el Centro Nacional de Alimentación de la AESA (CNA), una hamburguesa de Burger King de la gama XXL alcanza un peso neto medio de 328,9 gramos; aporta un valor calórico medio de 971 kilocalorías por unidad, casi el 50% de los requerimientos calóricos diarios de un adolescente activo».

La cadena de restaurantes de comida rápida, que abre su página web publicitando la polémica XXL, se ha defendido con un comunicado en el que alega que los consumidores tienen la última palabra para decidir qué es lo que quieren consumir y garantiza que siempre ha fomentado la dieta equilibrada:

«Nosotros confiamos en el criterio de nuestros clientes. Nuestros menús ofrecen al cliente libertad de elección absoluta, dejando que sea éste el que diseñe su menú a partir de unos ingredientes base cuyo común denominador es la calidad».

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