La vida es injusta y castiga a quien menos lo merece de la forma más inesperada. Ha muerto el hombre que ha ayudado a millones de personas a dejar de fumar, el hombre que se ha esforzado en concienciar a la gente de lo nocivo que es el tabaco, el hombre que advertía del empobrecimiento de la calidad de vida a causa del tabaquismo y, paradójicamente, este hombre ha muerto de cáncer de pulmón. Allen Carr luchó contra el tabaco, pero no ha podido sobrevivir a él.
Carr, que llegó a los 72 años, dedicó parte de su vida a trasladar a los fumadores los ánimos necesarios y las técnicas eficaces para abandonar los cigarrillos. Sus obras, entre las que destaca Es fácil dejar de fumar, si sabes cómo, tienen el valor de haber conseguido que al menos diez millones de personas hayan conseguido derrotar a su adicción.
El ‘gurú’ del antitabaquismo alentaba a los fumadores desde la experiencia. Hasta hace 23 años Carr fumaba de foma excesiva, llegando a encenderse unos 100 pitillos al día. A pesar de esa adicción, que le llevaba a fumarse cerca de cinco cajetillas diarias, consiguió dejarlo y ahí comenzó su mejor etapa:
«Cuando fumé mi último cigarrillo, comenzó la época más feliz de mi vida».
La causa de su muerte parece una broma del destino: cáncer de pulmón. Los médicos le diagnosticaron la enfermedad hace unos meses y su caso puede servir de muestra, por si alguien todavía no lo tiene claro, de que el tabaco mata. A pesar del tiempo que ha pasado sin fumar, esos cien pitillos diarios le han acabado pasando factura.
Amigos del escritor señalaron que su cáncer se vio fomentado por los años en los que participó en cursos para dejar de fumar en los que al principio se fumaba mucho. Se convirtió así en un fumador pasivo que continuamente y de forma contundente estaba expuesto al humo del tabaco. Sin embargo, a pesar de las consecuencias, siempre estuvo orgulloso del trabajo que estaba haciendo:
«Si uno parte de que he curado a al menos a diez millones de fumadores de su adicción, entonces ha valido la pena pagar este precio».
