¿Es el pudor una emoción peligrosa?

Piense en la última vez que experimentó una situación embarazosa o incómoda. Tal vez fue cuando le recordaron cuando, torpemente, volcó una copa de champagne sobre el traje del director ejecutivo de la empresa en la fiesta de Navidad de la oficina.

Sea lo que fuere, usted no es la única persona que pasa por eso; el pudor es una emoción universal. Y aunque nos es útil, nuevas investigaciones revelan que algunas personas se empeñan tanto en evitar esa sensación que corren el riesgo de contraer alguna enfermedad y tal vez incluso de morir.

¿Qué clase de emoción es el pudor? Ciertamente provoca una sensación de incomodidad y generalmente implica sensaciones de temor, cierta ineptitud o torpeza, e incertidumbre. A menudo se lo compara con una forma leve de la vergüenza, pero en contraste con la vergüenza sólo ocurre ante la presencia de otras personas.

Es causado porque uno prevé que su imagen es afectada, o cuando de pronto en una situación de interacción social se produce algo inesperado y uno no sabe qué hacer frente a los demás.

Se piensa que el propósito del pudor es aplacar a otros y subsanar momentos embarazosos indicando una forma de disculpa que no se expresa verbalmente. Y parece dar resultado: las investigaciones demostraron que la gente que muestra su pudor en situaciones de interacción social, como por ejemplo cuando distraídamente tira al suelo un exhibidor en un supermercado, son más del agrado de los observadores que aquellas personas que permanecen indiferentes si hacen lo mismo.

Pero no es beneficioso exagerar. Un pudor excesivo, en lugar de revelar que uno es consciente de haber violado una norma social, podría significar una falla en la personalidad.

Debido a que el pudor tiende a señalar intenciones honorables, es útil poder detectarlo en otra gente. Las personas que experimentan una situación incómoda generalmente bajan la mirada, atinan a sonreír forzadamente, y miran para otro lado, frecuentemente hacia la izquierda.

Mirar hacia la izquierda sugiere que interviene el hemisferio cerebral derecho, relacionado con las emociones negativas y los comportamientos retraídos. También podrían tocarse la cara y moverse torpe e incómodamente. Por último, pero no menos importante, asoma ese sello distintivo del pudor: el rubor.

El pudor puede actuar como un lubricante social, pero también podría ser más una maldición que una bendición. Ciertos estudios revelan que algunas personas tienen tanta aversión a esa emoción que hacen peligrar la propia salud o la de otros para evitarla; por ejemplo, mantener relaciones sexuales sin preservativo porque les da demasiada vergüenza o pudor comprarlos o usarlos.

Otras investigaciones han demostrado que el pudor impide que cierta gente se someta a tratamiento médicos por enfermedades de transmisión sexual, incontinencia urinaria y trastornos mentales, o a colonoscopias y exámenes de Papanicolaou.

Nuevos estudios realizados por Christine R. Harris, de la Universidad de California, en San Diego, Estados Unidos, indican que postergar o no recurrir a atención médica por ese motivo podría ser una causa significativa de enfermedad e incluso de muerte.

De manera que, ruborizarse cuando el director ejecutivo de su empresa cuenta la anécdota de cuando usted le volcó champagne sobre el traje podría ser beneficioso para usted, pero no someterse a un control médico por sentir pudor por cierto que no.

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA

Lo más leído