La ministra de Sanidad, Elena Salgado no está sola en su persecución al vino. Le ha salido un aliado inesperado. La Unión Europea se une a ella en su empeño por sacar al vino de las mesas españolas, mediante un reglamento que prohibe publicitar esta bebida como un alimento saludable. Contra viento y marea, a pesar de las bondades que destacan los expertos sanitarios, la Unión Europea y la ministra Salgado se están encargando desprestigiar uno de los productos con más solera de las tierras españolas.
A partir del próximo 1 de julio las bebidas alcohólicas «con una graduación superior en volumen al 1,2%», entre ellas también el vino, no podrán publicitarse como productos «saludables» en los medios de comunicación o a través de sus etiquetas. Así lo recoge una norma que entró en vigor el pasado 19 de enero en toda la Unión Europea (UE) y que será «obligatoria» en todos estos países para las mismas fechas, según ha anunciado la ministra de Sanidad Elena Salgado, que, además, ha explicado:
«A partir del próximo 1 de julio no podrán difundirse comunicaciones comerciales diciendo, por ejemplo, que la ingesta de vino es beneficiosa para el buen funcionamiento del corazón. Sólo las bebidas sin alcohol o bajas en alcohol podrán incluir este dato como mensaje positivo en su publicidad o en sus etiquetas».
La responsable de Sanidad ha indicado que el reglamento europeo relativo a las declaraciones nutricionales y de propiedades saludables en los alimentos se comenzará a aplicar desde julio en el caso del alcohol. Sin embargo dará «por prudencia» dos años de plazo a las empresas para «retirar» del mercado la publicidad y los alimentos cuyas etiquetas aseguren que el producto contiene propiedades nutricionales, mejoran la salud o reducen el riesgo de sufrir enfermedades si antes la empresa no lo prueba «científicamente» ante los responsables de la AESAN, encargada de realizar estos controles.
Concretamente, la norma obligará a los empresarios a que vendan con reclamos nutricionales tales como ‘light’, ‘bajo en grasa o calorías, sal o azúcar’ o ‘rico en vitaminas, fibra o proteínas’, a que «demuestren con pruebas científicas» que sus productos poseen la sustancia beneficiosa prometida en cantidades suficientes para producir los efectos deseados y que efectivamente el alimento genera en el consumidor estos beneficios.