Los hipertensos pueden comer de todo… menos sal

Los hipertensos pueden comer de todo... menos sal

(Saludpress).- La hipertensión es considerada por la OMS como “la epidemia silenciosa”, puesto que rara vez causa síntomas. Sin embargo, sus complicaciones pueden ser muy graves. En su prevención y tratamiento una dieta equilibrada y variada junto con la práctica de actividad física de forma regular son dos complementos fundamentales.

La alimentación es indudablemente uno de los pilares básicos para la prevención del riesgo cardiovascular. Una buena alimentación, equilibrada y completa consigue reducir la incidencia de la obesidad, de hiperlipemia y de hipertensión arterial. Y es que, aunque todos debemos tener en cuenta estas premisas, aún más aquellos que padecen hipertensión y, por tanto, una enfermedad cardiovascular. Ségún explica la doctora Nieves Martell, con motivo de la celebración de una mesa dirigida a la población que, bajo el título “Prevención de los factores de riesgo cardiovascular a través de los cambios en el estilo de alimentación”, se ha celebrado en la 12ª Reunión Nacional de la Sociedad Española de Hipertenión y Liga Española contra la Hipertensión Arterial (SEH-LELHA):

“No existe ningún alimento absolutamente prohibido en estos casos, ni ninguno que haya que comer en exclusiva. Por el contrario, hay que hacer dieta variada, procurando reducir la ingesta de los alimentos ricos en calorías”

La ecuación es sencilla – a juicio del doctor Pedro Pablo García Luna, de la Unidad de Nutrición Clínica del Hospital Virgen del Rocio, de Sevilla:

«Tener una dieta equilibra, apetecible y variada”. [Hay tres normas básicas] la primera es que aquellos que tomen una dieta rica en vegetales (ensaladas, frutas y verduras) consumirán una dieta más saludable; la segunda es que todo aquel alimento que provenga del mar es bueno, y, por último, hay que disminuir el consumo de alimentos que provengan de animales que andan sobre cuatro patas».

Los pacientes hipertensos deben llevar una dieta rica en fibra, con un aporte aproximado de entre 25 y 30 gramos al día. Y si a la hipertensión arterial sumamos una obesidad, hay que tenerlo mucho más en cuenta. Según la doctora Martell:

«Los alimentos ricos en fibra suelen tener menos contenido energético y aumentan la sensación de saciedad al necesitar más tiempo para su masticación y generan más salivación».

Además, la fibra retrasa el contenido gástrico contribuyendo a tener mayor sensación de plenitud gástrica y disminuyendo el consumo energético; reduce a nivel intestinal la absorción de nutrientes; incrementa el bolo fecal, ayudando a combatir el estreñimiento tan frecuente en el obeso, sobre todo, cuando se hace dieta hipocalórica, y disminuye la hiperglucemia (exceso de glucosa en sangre) y la dislipemia (exceso de colesterol).

Tampoco es necesario eliminar totalmente la sal de la dieta. De hecho, ésta resulta indispensable para tener un buen equilibrio alimentario. “La necesidad de sal debe ser muy reducida, de unos 2 gramos diarios, lo que equivale a la cantidad de sodio que cabe en un cucharilla de té rasa”. A pesar de ello, el consumo habitual de sal, incluso entre los hipertensos, es de unos 9 gramos y en algunas zonas el consumo llega a superar los 20 gramos de sal al día. Además, hay que recordar que el sodio que consumimos no procede únicamente de la acción directa de añadir sal en las comidas, sino que determinados alimentos llevan sal en su propia composición y algunos la utilizan como conservantes.

La prescripción de un programa de ejercicio físico adaptado a las necesidades del paciente como complemento al tratamiento antihipertensivo o bien como sustitución, puede ayudar a controlar las cifras de presión arterial en los pacientes hipertensos y a prevenir este factor de riesgo cardiovascular en la población general. Tal y como explica doctora Araceli Boraita, cardióloga del Consejo Superior de Deportes:

«El papel del ejercicio físico como modulador de la presión arterial, siempre que se practique de forma periódica, produce un efecto vasodilatador arterial que sólo se alcanza cuando se realiza una actividad física repetitiva, a una intensidad adecuada y mantenida en el tiempo. Se recomienda un tipo de actividad en la que el paciente ejercite la mayor parte de sus músculos, de tal manera que alcance un gasto energético entre el 40-60% de su consumo máximo de oxígeno, lo que equivale a mantener una frecuencia cardiaca durante el ejercicio entre 60-75% de frecuencia cardiaca máxima. Por todo ello, el ejercicio físico más recomendado en pacientes hipertensos sedentarios sería caminar a paso ligero o la carrera suave”.

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