La fiebre mejora las relaciones de los niños autistas

(PD).- La fiebre puede desbloquear temporalmente el autismo en los niños, un hallazgo que podría arrojar luz sobre los orígenes del trastorno y dar pistas para su tratamiento.

Un estudio reveló que los niños autistas que poseen una temperatura superior a los 38 grados mejoran su relación con el entorno.

Al parecer, la fiebre restablece las comunicaciones entre células cerebrales en zonas del cerebro autista, devolviendo al niño la capacidad de interactuar y socializar durante la fiebre, según el estudio.

«Los resultados de este estudio son importantes porque nos muestran que el cerebro autista es plástico, o capaz de alterar las conexiones actuales y formar otras nuevas en respuesta a diferentes experiencias o condiciones», dijo el doctor Andrew Zimmerman, neurólogo pediátrico del Instituto Kennedy Krieger de Baltimore, uno de los autores del estudio.

El estudio, publicado en la revista Pediatrics, se basó en 30 niños con autismo de entre 2 y 18 años que fueron observados durante y después de una fiebre de al menos 38 grados centígrados. Más del 80 por ciento de los que tuvieron fiebre mostraron algunas mejoras en su comportamiento y un 30 por ciento tuvo mejoras drásticas, según los investigadores.

MODIFICACIONES EN LAS CONDUCTAS

El cambio involucraba, por ejemplo, períodos de concentración más largos, más habla, mejor contacto visual y mejores relaciones con adultos y otros niños en general.

Según el equipo de Zimmerman, el efecto de la fiebre había sido notado de forma anecdótica antes por padres y médicos. Lee Grossman, presidente ejecutivo de la Sociedad de Autismo de Estados Unidos, dijo que lo había observado en su propio hijo, que ahora tiene 20 años.

Grossman resaltó en una entrevista que los autores del trabajo habían dicho que se requería un mayor estudio sobre el efecto de la fiebre y sus implicaciones. «Es bueno que se hayan dado cuenta de esto y lo estén llevando más lejos», dijo.

LA ENFERMEDAD

Las personas con desórdenes del espectro autista sufren varios grados de limitación en la interacción social, falta de comunicación verbal y no verbal y otras habilidades. No se sabe qué es lo que causa la enfermedad.

Según Zimmerman, aunque en la actualidad no existe un tratamiento médico definitivo, la terapia de lenguaje y expresión, iniciada tan pronto como sea posible después del diagnóstico, «puede ser significativamente importante».

Zimmerman consideró la investigación sobre la fiebre, liderada por su colega Laura Curran, «una pista emocionante» que podría ayudar a encontrar el camino a un tratamiento que reconectara el cerebro autista.

Se cree que los efectos de la fiebre se producen sólo en niños, cuyos cerebros son más «plásticos» que los de los adultos, explicó el neurólogo.

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