La revolución asexual

(PD).- Un estudio revela que el 3% de la población mundial carece de impulsos eróticos. “La mayoría de la gente tiene el cerebro entre las piernas”. No lo dice ningún gabinete de estadística, sino el cantante Morrissey en su canción Such a little thing makes such a big diference.

Como escribe Luis Landeira en ADN, no le falta razón: la libido es una de las fuerzas motrices del mundo moderno y «sexo» sigue siendo la palabra más buscada en Google.

Sin embargo, hay una minoría que apenas sabe lo que es sentir pulsiones eróticas. Simplemente, no pueden excitarse, ni necesitan orgasmos para ser felices: son asexuales.

Según un estudio dirigido por el eminente psicólogo y experto en sexualidad humana Anthony Bogaert, de la Universidad Broca (Santa Catarina, Ontario), entre un 1 y un 3% de la población mundial es asexual, de los que alrededor de millón y medio son españoles.

El doctor Bogaert afirma que “estas personas no experimentan ninguna atracción sexual hacia otros seres, pero lo más increíble del caso es que, lejos de sentirse traumatizados, se declaran altamente satisfechos con sus vidas”.

Vivir sin lujuria

Este porcentaje convierte a los asexuales en un grupo casi tan numeroso como los homosexuales (que ascienden a un 4%). No es extraño, pues, que la asexualidad haya irrumpido con fuerza en el mundo de las tendencias, gracias al fotógrafo norteamericano Steven Meisel que, en una sesión para la revista W titulada Asexual revolution, retrató a un grupo de modelos andróginos y etéreos, que casi podrían pasar por figuras de cera, congelados en recatadas posturitas.

Sus recientes campañas para marcas como Prada o Belstaff insisten en esta onda, reflejando ambientes asépticos poblados por chicos y chicas pálidos, inexpresivos y muy poco carnales.

Ni célibes ni aburridos

No hay que confundir asexualidad con celibato. El célibe toma una decisión: por motivos morales, religiosos o ahorrativos, decide no perder energía a través del sexo para concentrarla en otras tareas, a su juicio más elevadas. El asexual, por su parte, no necesita sexo debido a un capricho de la Naturaleza o a algún tipo de trauma infantil.

Los extremos se rozan y crecer en un ambiente demasiado represor o excesivamente promiscuo puede llevar a un ser humano a eliminar para siempre el sexo de sus esquemas físicos y mentales.

Tampoco conviene confundir la carencia de impulsos eróticos con el síndrome de la pareja aburrida: se calcula que entre el 15 y el 20 % de los matrimonios no tienen sexo más de diez veces al año y no por ello son asexuales.

Según muchos especialistas, la asexualidad no debería ser considerada una disfunción, sino una “orientación”; así lo afirma, por ejemplo, Montserrat Calvo Artés, psicóloga y sexóloga del Institut RET: “La sexualidad no es una obligación ni una necesidad, por lo tanto la asexualidad puede considerarse una orientación asexual”.

Amores platónicos

Dentro de la “condición asexual”, hay personas capaces de sentir atracción romántica, pero ningún apetito sexual y personas que no tienen ni una cosa ni la otra.

Los que son capaces de enamorarse, suelen buscar y encontrar pareja, comparta o no ésta su indiferencia por el sexo. Aunque tiene más posibilidades de éxito una relación entre dos personas asexuales, también hay muchas parejas mixtas que funcionan a la perfección.

En estos casos, el asexual tiene tres soluciones para que su cónyuge no se sienta insatisfecho: o bien accede a convertirse en «muñeca hinchable» de vez en cuando (lo cual es más difícil para los hombres: una erección no se puede fingir), o bien permite que su media naranja tenga encuentros con otras personas para «desahogarse».

Los asexuales pueden llegar a obsesionarse con otros seres y, a la manera de H.C. Andersen o Henri Fréderic Amiel, sentirse realizados en compañía de ellos, pero sin llegar nunca al acto sexual: sólo son capaces de entablar una relación platónica, es decir, que se quedan con el lado más espiritual del amor y minimizan su parte más sensual.

Asexuales del mundo, uníos

En Estados Unidos ya son multitud los asexuales que han salido del armario y están agrupados y organizados. La más importante de ellas es la Sociedad Asexual Americana, fundada por la cantante Geri Rich Jones, que asegura que “me produjo un gran alivio conocer a otras personas que, como yo, rechazan el contacto físico. La única vez que lo intenté me sentí asqueada. Nací asexual, nunca me he acostado con nadie y no voy a cambiar a estas alturas”.

A nivel mundial, existe la AVEN (Asexual Visibility and Education Network), que incluye en su web todo tipo de consejos para sobrevivir en un mundo plagado de sátiros, además de secciones de apoyo logístico, educativo y psicológico. Para los más concienciados, está la Asexual Pals, organismo que lucha para que se reconozca la asexualidad como una forma de vida tan sana y respetable como otra cualquiera.

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