Con 22 semanas de gestación, una vida por delante

Con 22 semanas de gestación, una vida por delante

(PD).- Riley Potter nació con 23 semanas de gestación. Por debajo de ese límite, las probabilidades de supervivencia son de un 10%; a partir de la semana 24 se disparan casi al 60%. Hoy tiene diez meses.

En medio hay siete días en que los neonatos viven en el límite. Los médicos se refieren a esa semana como la “zona gris”, un espacio en el que reina la incertidumbre, ya que con apenas unos centenares de gramos y unos órganos semidesarrollados, el recien nacido se debate entre la vida y la muerte.

Pero el drama no queda ahí, ya que el 20 por ciento de los neonatos arrastra de por vida secuelas graves.“Las más habituales son la parálisis cerebral y la ceguera; el pulmón da problemas al principio, pero pasados un par de años suelen resolverse”, apunta Carmen Rosa Payás, jefa de Neonatología del Hospital 12 de Octubre de Madrid.

El promedio de estancia en el hospital de un niño menor de 1.000 gramos es de unos 100 días, y el coste de salvarle la vida sobrepasa el medio millón de dólares. Los padres de Riley Potter no se vieron en esa tesitura, pero como todos los padres de neonatos, pasaron momentos de incertidumbre.

Tal y como publica Quo, Riley nació en Florida, Estados Unidos, el 5 de junio del año pasado, acaba de cumplir 10 meses y casi la mitad de su vida la ha pasado en un hospital. Ha completado en una incubadora el desarrollo que la mayoría de los niños completan en el útero materno. Riley nació cuando su madre acababa de cumplir la semana 22 de gestación, su cuerpo cabía en la palma de la mano y pesaba 450 gramos. Sin embargo, su organismo, en apariencia insignificante, se había desarrollado casi por completo, solo necesitó durante tres meses respiración artificial, para que sus pulmones adquirieran la madurez suficiente para poder respirar por sí solos. A tan temprana edad, 13 millones de niños como Riley pasan su primer gran examen. Solamente a una minoría, los que viven en los países desarrollados, la medicina les da su primera oportunidad.

EL MILAGRO: LOS ASTEROIDES

Entre los neonatos con menos de un kilo de peso al nacer, la supervivencia hace 30 años era de un 40%, en la actualidad casi todos sobreviven. El “milagro” hay que atribuírselo en buena parte a una familia de medicamentos: los esteroides.

Que un neonato sobreviva o no depende en gran parte de lo desarrollados que estén sus pulmones; si responden, el resto es mucho más fácil. Los esteroides facilitan que en un niño de 23 o 24 semanas, los alveolos, el lugar donde se produce el intercambio de gases entre la sangre y el aire respirado, se desarrollen lo suficiente para poder respirar con ayuda externa.

Tal y como ha evolucionado la medicina, cabe preguntarse: ¿nacerán niños con 18 o 20 semanas de gestación? Según la doctora Pallás, es un objetivo descartado: “No merece la pena incrementar la supervivencia a costa de un aumento de niños con discapacidad”. Y esa sigue siendo una asignatura pendiente: un 30% de los prematuros nacidos con menos de un kilo de peso tiene secuelas neurológicas leves, y un 15% graves. Reducirlas contribuiría a que la zona gris de la que hablan los médicos alrededor de la semana 23 de gestación fuera un poco menos oscura.

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