Fotografíe su espalda desnuda, puede salvarle la vida

Fotografíe su espalda desnuda, puede salvarle la vida

(PD).-Fotografiar la espalda desnuda de su pareja puede ser un modo divertido de controlar que esos lunares que la adornan sean sólo graciosos y no señal de un melanoma, un cáncer de piel que, detectado tarde, podría acabar con su vida.

Ese control fotográfico periódico es un consejo que da el responsable de la Unidad de Lesiones Pigmentarias de La Paz y del Instituto Madrileño de Oncología, doctor Ángel Pizarro, una autoridad en su campo.

El melanoma es un cáncer especialmente fácil de tratar -se extirpa, sencillamente- diagnosticado precozmente. Si se hace tarde, cuando ha producido metástasis, cuando ha emigrado a otras partes del cuerpo, es una condena a muerte con poquísimos indultos.

Lograr la detección temprana puede ser tan sencillo como observar un rato los lunares. Y conocer la sencilla regla ABCD, que indica cuándo un lunar debe atenderse. La A, por asimétrico; la B, borde irregular; la C, porque su color sea llamativamente oscuro o también irregular; y la D, porque su diámetro supere seis milímetros.

Si cumplen cualquiera de esas condiciones de una manera llamativa, hay que acudir a consulta. Lo más probable es que, aún así, no haya melanoma y que el médico de cabecera le tranquilice, o que lo haga el dermatólogo si aquel duda.

«La regla -advierte el doctor Pizarro- sirve sobre todo para quien tiene pocos lunares, la inmensa mayoría de la población, porque es fácil verlos».

Y es que la búsqueda del melanoma se parece a la de limpiar lentejas. Se trata de ver, entres ellas, esa piedra que, aunque parezca lenteja, no lo es. Será más fácil cuantas menos haya en el plato.

Al ABCD, según el dermatólogo, habría que añadirle la E, de evolución. «Si además de cumplir cualquiera de esas condiciones, el paciente cree que el lunar está cambiando, con mayor motivo debe ser evaluado».

Estar atento no significa alarmarse. «La inmensa mayoría no va a tener una lesión así. Y el que sí, quizá salve la vida porque consulta seis meses, un año antes de que ese lunar empiece a picar o a sangrar. Lo que ahora es un melanoma curable, dentro de un año a lo mejor no lo es».

Para saber si un lunar evoluciona, lo mejor es recurrir a la fotografía y comparar con otras sucesivas.

«Quienes tengan 30, 20, 15 lunares, sin obsesionarse, pueden hacerse controles fotográficos que hoy, con las cámaras digitales, son fáciles. Mirar la imagen cada tres o cuatro meses y, si algún lunar ha cambiado o antes no estaba, acudir al dermatólogo». Un lunar nuevo es clara señal de alarma.

Lo que para las personas con pocos lunares es sencillo no lo es para los que tienen muchos. «Con más de treinta o cuarenta, y no digo ya más de 100 o 200, que los hay, va a tener muy difícil controlarse. Puede acabar obsesionado, viendo cambios donde no los hay o no viéndolos donde sí, porque hasta para un experto es difícil». Para estos casos, es imprescindible el control médico periódico.

No todo el mundo está igual de expuesto al melanoma. «Los que tengan antecedentes familiares deben estar bien informados y vigilados. Quienes ya lo han tenido son candidatos a tener otros. Y las personas con muchos lunares yo las consideraría de riesgo», dice Pizarro.

Además, «las personas de piel más clara, pelo rubio, pecas tienden a quemarse más fácilmente y por tanto tienen más riesgo.

Esto no quiere decir que toda persona de alto riesgo acabe teniéndolo ni que una persona con pocos lunares y piel que no se quema con facilidad no pueda hacer un melanoma, pero es mucho más raro».

El melanoma puede tocar techo

Un factor de riesgo, la quemadura solar, ha afectado a varias generaciones.

«El melanoma aumentó en todos los países en la segunda mitad del siglo XX, por un abuso del sol en los años 50 a 80… Como el efecto se produce unos quince años después, hasta los años 2000 hemos ido viendo un aumento en todo el mundo», añade el doctor.

«Pero empiezan a verse estudios australianos y norteamericanos en los que parece que el melanoma esté llegando a una meseta con tendencia decreciente, por la conciencia de protección solar consolidada en los 90.

Posiblemente también en España estemos tocando techo y en los próximos diez, quince años veamos un ligero descenso, por las generaciones que se han protegido mejor»

«Hay que evitar la quemadura, radicalmente -recomienda el doctor Pizarro-, lo que es fácil con protectores solares; y también el sol del mediodía o tomarlo en exceso, pero la exposición solar moderada y mantenida logra unos buenos niveles de vitamina D, que tiene un cierto efecto antitumoral».

«Por otra parte, la piel expuesta moderadamente al sol es menos susceptible a hacer melanoma que la que prácticamente nunca lo hace y en un momento dado se quema».

Quizá sea una de las razones de que en España haya menos melanoma que en el norte de Europa. «Aquí mucha gente recibe algo de sol todo el año. Quizá esté mejor protegida que quien vive en Suecia sin casi sol, salvo el mes de vacaciones en el sur».

Otra razón, más segura, es que «en España, el fototipo medio es el 3 ó 4, lo que da cierta resistencia a la quemadura; hay factores genéticos que dan más protección frente al melanoma que en Australia, donde predomina el 2 y 3.»

«En Australia se recibe mucho sol pero es gente con piel más clara y multiplican casi por diez la incidencia respecto a Europa.

También es de los primeros países en prevención y de los primeros en los que ha empezado el descenso del melanoma.»

El doctor Pizarro advierte que «tomar el sol de forma inadecuada en la infancia y en la adolescencia tendría un peso sobre el melanoma en la edad adulta muy superior al sol que tomemos el resto de la vida.

«Mucha gente de mi generación recordamos quemaduras en la infancia. Nuestros padres no tenían, hace 30 o 40 años, protectores solares eficaces o cultura de protección solar.

Hoy, los padres te dicen que sus hijos no se queman, lo cual no significa que no bajen a la playa o a la piscina, y mucho rato, pero con protección».

Es la esperanza para bajar el número de melanomas en España, que hasta ahora sólo ha crecido. «En el Hospital La Paz, relacionando la población que atendemos y los melanomas que diagnosticamos, hemos estado sobre los cinco por 100.000 habitantes y año a principios de los noventa y ahora estamos más cerca de los diez. La esperanza es que ese incremento es cada vez menor y tiende a la estabilización», concluye el doctor Pizarro.

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Autor

Luis Balcarce

De 2007 a 2021 fue Jefe de Redacción de Periodista Digital, uno de los diez digitales más leídos de España.

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