(PD).- Al doctor Thomas Spencer, de la Universidad de Harvard, se le «olvidó» mencionar que entre 2000 y 2007 cobró un millón de dólares procedente de compañías farmacéuticas en concepto de asesor y consultor.
Sus colegas Joseph Biederman y Timothy Wilens, psiquiatras como él, pasaron por alto otros 1,6 millones de dólares cuando, cumpliendo la ley, tuvieron que hacer una relación de sus posibles conflictos de intereses.
Una investigación del Senado de EEUU que acaba de hacer pública The New York Times ha desatado el escándalo.
Los tres especialistas de Harvard (la prestigiosa universidad estadounidense), que ejercen además en el Hospital General de Massachusetts, incumplieron reiteradamente las normas internas de su universidad y la normativa federal diseñada para informar de los conflictos de interés entre investigadores y empresas privadas.
Los Institutos Nacionales de Salud de EEUU obligan a que se declare cualquier pago superior a 10.000 dólares al año por asesorar a fabricantes de fármacos.
Ahora, una investigación del senador republicano Charles Grassley acaba de desvelar las incongruencias entre las cantidades que ellos declaraban recibir y las que se embolsaron realmente.
Un portavoz de los Institutos Nacionales de Salud de EEUU, John Burklow, ya ha asegurado que si se confirma esta violación de la legislación, «se tomarán las medidas adecuadas».
Los científicos implicados en este fraude también recibieron importantes cantidades para sus estudios procedentes de organismos públicos, un dinero que ahora podría serles retirado o suspendido.
«Mi único interés ha sido el avance de los tratamientos médicos a través del estudio serio y riguroso», se ha defendido Biederman en un correo electrónico enviado al New York Times. Por el contrario, muchos colegas temen que sus trabajos (publicados entre 2001 y 2006) han servido para expandir innecesariamente la definición y los síntomas del trastorno bipolar a muchos niños que, simplemente, no están enfermos.