(Dr.Bartolomé Beltrán).- En la evolución de la diabetes, las complicaciones más frecuentes son la afectación de nervios y arterias. Las alteraciones vasculares alteran la circulación sanguínea y facilitan la aparición de edemas y de zonas mal vascularizadas, que dificultan la curación de las lesiones y heridas. La neuropatía diabética provoca la pérdida de sensibilidad, atrofia muscular y dolor.
Ambas alteraciones tienen especial repercusión en los pies, aumentando la frecuencia de producción de erosiones, pinchazos, cortes, quemaduras… que si no se cuidan se convierten en úlceras, facilitan la infección y pueden llevar a la gangrena y a la necesidad de amputaciones.
– Hay que realizar una inspección diaria del pie para detectar ampollas, hemorragias, maceraciones o escoriaciones interdigitales. Se utilizará un espejo para la inspección de la planta y talón.
– Antes de proceder a calzar el zapato, inspeccionar con la mano su interior para detectar resaltes, costuras con rebordes o cuerpos extraños, que deberán ser eliminados,
El calzado idóneo es aquel que cumple cuatro principios básicos:
* Absorción de la carga mediante plantillas elásticas.
* Ampliación de la carga por distribución de la presión en mayor área.
* Modificación de zonas de apoyo conflictivas.
* Aportación de amplia superficie.
Por tanto, el tipo de calzado debe ser siempre extraprofundo y ancho. Cuando no exista deformidad se asociará a plantillas blandas para distribuir la presión y, si existe deformidad, a órtesis rígidas para disminuir y distribuir las presiones anormales.
Las zapatillas de deporte que tengan estas características son las más adecuadas para los paseos.
– Cambiar los calcetines y los zapatos dos veces al día.
– No caminar nunca sin calzado. Utilizar zapatillas amplias en lugares como la playa o piscina.
– No utilizar nunca bolsas de agua caliente o almohadillas eléctricas para calentarlos.
– Acudir al podólogo ante la presencia de uñas encarnadas o callosidades.
– No apurar el corte de las uñas, sino hacerlo de forma recta y limarlas suavemente.
– Lavar los pies con agua y jabón durante cinco minutos. Proceder a un buen aclarado y un exhaustivo secado, sobre todo entre los dedos.
– Antes de utilizar agua caliente en la higiene de los pies, medir la temperatura con el codo.
– Aplicar crema hidratante después del baño.
– Acudir al médico si aparece hinchazón, enrojecimiento o ulceración aunque sea indolora.