(PD).- La ONG Reporteros sin Fronteras ha pedido cuentas a la china Margaret Chan por su actuación en el nuevo escándalo alimenticio y el desastre del sistema de censura del Gobierno de Pekín.
China busca ahora el crédito internacional después de que sus autoridades silenciasen y censurasen la crisis de la leche adulterada con melamina, con el triste balance de cuatro fallecidos (tres entre mayo y agosto y uno en septiembre) y 53.000 niños aquejados de fallos renales que han necesitado asistencia médica.
Las autoridades chinas de calidad e inspección alimentaria comunicaron este jueves que sus principales empresas lácteas están libres de esta sustancia tóxica utilizada para diluir la leche y potenciar sus niveles de proteínas, después de que una veintena de países europeos, africanos y asiáticos haya vetado y retirado los productos lácteos chinos. Austria informó ayer que había encontrado niveles muy altos de melamina en batidos lácteos.
El mensaje chino no sólo llega demasiado tarde, sino que es una nueva burla porque, como ha señalado la ONG Reporteros sin Fronteras (RSF), «muchos niños se han intoxicado porque algunos periodistas e investigadores no han hecho pública la información que poseían» por temor a las represalias del Gobierno de Pekín.
Pero en la nueva crisis alimentaria del país asiático tampoco se salva la actuación de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Para RSF este organismo «no parece estar a la altura del trágico acontecimiento» y se pregunta, en un comunicado recogido por El Semanal Digital: «¿cómo aceptar que la OMS no haya sido informada de la toxicidad de los productos hasta el 11 de septiembre de 2008, cuando las informaciones llevaban circulando desde septiembre de 2007?».
Como ya adelantaron algunos medios de información chinos, el Departamento de Propaganda chino envió, antes del inicio de los Juegos Olímpicos, 21 «temas prohibidos», entre los que figuraba la «seguridad alimenticia».
Estos hechos son razón suficiente para exigir a Margaret Chan que «eleve públicamente su voz en contra de esas prácticas liberticidas y peligrosas», en lugar de felicitarse públicamente por la capacidad de las autoridades chinas de reaccionar ante la crisis, asegura RSF. «¿No sería mejor amonestar severamente al Gobierno chino, que se obstina en preferir el control de la información a la salud de sus conciudadanos», se lamenta la organización no gubernamental.