La fiesta del «barco del aborto» dispara la indignación

(PD).- Misión cumplida. Si los proabortistas que apoyan la estancia en el puerto de Valencia del barco holandés que facilita la interrupción del embarazo buscaban notoriedad, lo consiguieron.

Afirma R. Peiró en La Razón que la batalla por el derecho al aborto fue más política que asociacionista. De hecho, el director de una de las clínicas que practica abortos en Valencia, José Luis Carbonell, admitió que además de una campaña de sensibilización, aquello era una medida de presión en favor de la modificación de la ley española del aborto.

Pero no sólo sus palabras evidenciaban el trasfondo político de lo que pretendía ser una fiesta, sino que la presencia de numerosos representantes del partido socialista dejó bien claro quién está de parte de quién.

Los antiabortistas, por su parte, no se quedaron cortos. Pese a que el portavoz de Jóvenes Pro Vida, Juan Rivera, declaró que estaban allí «para ayudar económica y psicológicamente a las mujeres en esa situación», y pese a ser conscientes de que carecían de los permisos para manifestarse o acceder vía marítima a la dársena, un par de lanchas de la organización trató de frustrar la iniciativa abortista.

Poco más pudieron hacer, pues apenas superaban el centenar y además no contaban con el apoyo, al menos visible, de entidades que tradicionalmente han denunciado esta práctica. Ni representantes del PP, ni del Arzobispado. Apenas un puñado de jóvenes cuya media de edad no superaba los 20 años.

Aguas internacionales
El objetivo de la ONG «Women on Waves» era atracar su barco en el puerto valenciano, embarcar a las mujeres que desearan información o tomar la píldora abortiva y trasladarlas a aguas internacionales donde, bajo bandera y legislación holandesa, procederían a la interrupción farmacológica de la gestación.

Para ello, su embarcación contaba con el permiso de atraque en la zona comercial del puerto, pero no para la deportiva, aquella que sirvió de fondo para el desarrollo de la Copa América. Así que los altercados eran un hecho antes de empezar.

El espectáculo no comenzó con el sonido de los tambores, sino minutos después, con la entrada del barco. Cuatro mujeres, entre ellas la directora de la ONG, trataron de amarrar el barco -más pequeño que en ocasiones anteriores- en el pantalán de la dársena.

Acción que trataron de evitar dos empleados de la empresa gestora del recinto -que componen la Generalitat, el Ayuntamiento y el Gobierno- con el consiguiente alboroto. Que si «suelta el cabo», que si «dame un cuchillo que lo corto», la escena estuvo a la altura de la fiesta.

Al final, nada nuevo. Gritos e insultos por ambas partes y un fin de jornada en el que se vio a una Pilar Bardem más moderada. «Lo que más admiro es una madre responsable que se sacrifica por sus hijos, pero debemos respetar a las que deciden no tenerlo». Algunas de ellas se embarcan esta mañana en el «Women on Waves».

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