(PD).- Una de cada doce mujeres padecerá a lo largo de su vida un cáncer de mama, la enfermedad que más muertes provoca en el sexo femenino. Pero si se diagnostica y se trata en sus etapas más precoces, no sólo se puede curar en la mayoría de los casos, sino que se salva el pecho con cirugía y radioterapia menos agresiva.
El aceite de oliva, pura cocina mediterránea, que ya había demostrado sus virtudes en la prevención de las enfermedades cardiovasculares, aparece ahora como la prevención dietética más sólida.
Así lo demuestra un estudio realizado en Suecia desde 1987, en el que han participado 61.471 mujeres, y cuyas conclusiones se han presentado hace unos días en la revista científica ‘Archives of Internal Medicine’, de la Asociación Médica Americana.
El estudio, dirigido por epidemiólogos del Instituto Karolinska de Estocolmo, ha permitido relacionar la probabilidad de sufrir la enfermedad con los alimentos ingeridos.
Los investigadores no han analizado específicamente el efecto del aceite de oliva, sino el de distintos tipos de grasas: monoinsaturadas (aceite de oliva y frutos secos) , poliinsaturadas (grupo del pescado y otros aceites vegetales) y saturadas (grupo de las carnes).
Cada diez gramos diarios de grasas monoinsaturadas -el equivalente a una cucharada de aceite de oliva o doce almendras- reducen en un 45% la probabilidad de sufrir enfermedad.
El estudio,confirma otros anteriores realizados los últimos años en España, Italia, Grecia y Estados Unidos con grupos más reducidos de mujeres. Aunque habla de grasas monoinsaturadas en general, y no del aceite de oliva en particular, estos ácidos grasos están básicamente en este aceite y los frutos secos.
Según algunas hipótesis, el aceite de oliva previene el cáncer porque es más resistente a la oxidación que las otras grasas. Como reducir el consumo total de grasas en la población requiere cambiar de hábitos alimentarios, los científicos opinan que «es más realista sustituir la margarina y distintos aceites vegetales por aceite de oliva».
