El molesto bostezo

El molesto bostezo


(PD).- Según el diccionario, el acto de abrir mucho la boca y hacer involuntariamente una inspiración lenta y profunda y luego una espiración también prolongada, suele ser un indicio de tedio o debilidad, y más ordinariamente de sueño. Pero de acuerdo a las investigaciones científicas puede significar mucho más que ese mero acto mecánico.

Para un equipo de investigadores estadounidenses el bostezo es un mecanismo al que recurre nuestro organismo para enfriar el cerebro y ayuda a mantenerse alerta.

El doctor Andrew Gallup, profesor de Psicología en la Universidad de Nueva York, en Albany, Estados Unidos, y algunos de sus compañeros han desarrollado un experimento que sugiere que el bostezo regula la temperatura cerebral cuando otros sistemas del cuerpo no consiguen hacerlo en una medida suficiente.

Los investigadores pidieron a un grupo de voluntarios que entraran en una habitación y mirasen un video donde se veía a gente comportándose de tres maneras: de modo neutral, riendo o bostezando. Otro grupo de observadores contabilizaron cuántas veces bostezaban los participantes en el estudio, al «contagiarse» del bostezo que observaban en la filmación.

A algunos voluntarios se les pidió que apoyaran sobre sus frentes trapos fríos o calientes. «Ambas acciones, que favorecen el enfriamiento del cerebro, por medio de la respiración nasal y a través del enfriamiento de la frente, eliminaron el bostezo contagioso, según los expertos.

Para el doctor Gallup, el bostezo puede ser una forma para mantenerse más atento y preparado, ya que «el envío de sangre fría al cerebro sirve para mantener niveles óptimos de eficiencia mental. Un cerebro más frío es un cerebro más lúcido».

Según este estudio publicado en la revista «Psicología Evolutiva», un bostezo retrasa el sueño y no lo estimula, y el deseo que sentimos de bostezar cuando otras personas lo hacen puede ser un mecanismo de grupo para ayudarnos a mantenernos alerta cuando enfrentamos un peligro.

El doctor Robert Provine, profesor de psicología y neurociencia en la Universidad de Maryland, en Estados Unidos, viene investigando la fisiología del bostezo desde hace años, y ha realizado varios estudios para determinar si el bostezar es contagioso y cuándo lo es.

En uno de sus experimentos dividió a 360 estudiantes universitarios en 12 grupos, algunos de los cuales observaron videos en lo que se observaban caras bostezando, mientras que otros veían rostros sin rasgos distintivos o bien gente sonriendo. Comprobó que los estudiantes que vieron bostezos bostezaron más que aquellos que observaron caras con otras expresiones.

Otras investigaciones de Provine encontraron que observar, escuchar, o pensar en bostezos o leer acerca de éstos también estimula a las personas a bostezar. Aunque la mayoría de los animales vertebrados bostezan, el bostezar sólo es «contagioso» entre humanos y posiblemente chimpancés.

Psicología de la «boca abierta»

Algunos investigadores sugieren que la susceptibilidad al contagio de bostezo está relacionada con algunos rasgos psicológicos, como las habilidades de auto-procesamiento, por ejemplo la capacidad de reconocer la cara propia, y rasgos de personalidad esquizotípica, que indican una deficiencia en las relaciones interpersonales.

Otros expertos han vinculado el contagio del bostezo con la empatía, es decir a capacidad de «sintonizar» emocionalmente con otra persona o de ponerse en su lugar. También han encontrado que los bostezos contagiosos parecen ser actos automáticos y no una imitación de las acciones de otra persona, lo cual requeriría de entendimiento, deliberación y de decisión.

Según el doctor Provine «es un hecho que el bostezo sucede hacia el final del primer trimestre del desarrollo prenatal, es decir que los bebés bostezan en el útero materno, pero no se sabe si esta actividad juega algún papel en el desarrollo, como podría ser la del ajuste de las mandíbulas, o si en estas primeras etapas no tiene función ninguna».

«Bostezamos cuando vemos que otro bosteza, oímos que alguien bosteza o, incluso, cuando se habla del bostezo, como respuesta contagiosa a algo que hace otro. Es algo que no se está eligiendo hacerlo, simplemente sucede, porque se detecta a alguien bostezando», señala.

Para el neurocientífico «aquí encontramos formas muy primitivas y antiguas de comportamiento social y una especie de aspecto animal de nuestro comportamiento humano que desestimamos».

Desde el punto de vista médico, el bostezo es una respuesta normal a la fatiga y a la somnolencia, pero es excesivo y ocurre con más frecuencia de la que se esperaría, incluso si la somnolencia y el cansancio no están presentes, puede ser ocasionado por una reacción vaso-vagal.

Se trata de una reacción causada por la acción del llamado «nervio vago», sobre los vasos sanguíneos y puede ser un indicio de un problema cardíaco, por lo que conviene consultar al médico si el problema persiste.

EFE

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