La línea que separa el amor y el odio también es delgada en el cerebro

La línea que separa el amor y el odio también es delgada en el cerebro

(PD).-Un estudio del University College London ha demostrado, a través de escáneres cerebrales, que ambos sentimientos comparten algunas regiones en nuestra materia gris, como si tanto el amor como el odio pasaran por el mismo ‘circuito’ cerebral.

Sin embargo, los científicos han descubierto que mientras que amar es un sentimiento del ser humano pasional e irracional, el odio es todo lo contrario, y sus raíces son frías y calculadas.

El estudio en cuestión ha sido realizado por Semir Zeki, del University College London (Reino Unido) y que en una investigación anterior trazó los circuitos neuronales implicados en el amor materno y el amor romántico. Junto a su colega John Romaya, Zeki reunió a 17 individuos que dijeron sentir un odio sin parangón hacia un individuo en particular, en la mayoría de los casos o una antigua pareja sentimental o un amigo que les había traicionado.

Los sujetos que participaban en el estudio facilitaron fotografías de los individuos a los que odiaban, entre otras de personas que les generaban sentimientos menos intensos, y respondieron a un breve cuestionario para medir el grado de odio que sentían hacia su némesis. Cada voluntario observó cada una de las fotos durante 16 segundos mientras se le realizaba una resonancia magnética para poder observar la actividad cerebral ante cada una de las fotografías.

Comparando las diferentes reacciones cerebrales ante las imágenes de cada uno de los individuos, los científicos lograron identificar los circuitos neurológicos que usa el ser humano cuando siente un intenso odio hacia algo o alguien, según un estudio publicado por New Scitentist y recogido por otr/press. Así, dieron con dos regiones cerebrales que este sentimiento comparte con el amor: el putamen, que sirve para preparar al cuerpo para un movimiento, y la corteza insular, que se asocia a los sentimientos.

EL CÁLCULO FRENTE A LA PASIÓN

Los investigadores concluyeron que el putamen entraría en funcionamiento tanto en casos de amor como de odio como una reacción cerebral a la posibilidad de tener que activar el cuerpo para proteger a un ser querido o para defenderse a uno mismo ante un ser odiado del que se intuye cierto peligro. La corteza insular se asocia en el caso del odio a sentimientos negativos, como los celos, o de otra naturaleza, como la felicidad o la tristeza, por ejemplo.

Sin embargo, existe también una diferencia esencial entre el odio y el amor. Aquellas áreas del cortex frontal que se asocian al juicio y al raciocinio se activaron sólo ante las fotografías de los individuos odiados por los sujetos del estudio, mientras que la actividad se reducía considerablemente ante fotografías de un ser amado. De ahí que los investigadores dedujeran el componente frío y calculador del odio frente al pasional del amor.

«En el amor, te dejas llevar por los sentimientos, pero en el odio parece que siempre tienes calculado el siguiente movimiento», explica Zeki, que sugiere que este tipo de estudios podría aplicarse en juicios para averiguar si el acusado sentía algún tipo de aprehensión hacia su víctima. En el futuro, el científico espera poder detectar, en lugar del odio hacia una persona, el odio de un individuo hacia una raza o una nacionalidad.

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Autor

Luis Balcarce

De 2007 a 2021 fue Jefe de Redacción de Periodista Digital, uno de los diez digitales más leídos de España.

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