Alcohol: de la adicción a la depresión y no a la inversa

(PD).- La dependencia del alcohol y los posibles problemas sociales, financieros e incluso legales que puede tener una persona alcohólica derivan en una situación de estrés que aumenta su probabilidad de caer en una depresión, según recoge la edición de marzo de la revista Archives of general Psychiatry.

Investigadores de la Universidad de Otago, en Nueva Zelanda, concluyen, tras un estudio realizado con un millar de participantes, que el consumo abusivo de alcohol aumenta el riesgo de padecer una depresión severa, pero que este desorden psiquiátrico no induce a los pacientes a la ingesta excesiva de bebidas espirituosas, como se suele creer.

Hasta ahora, diversas investigaciones epidemiológicas habían relacionado depresión y dependencia alcohólica, pero no estaba claro si un desorden conducía al otro o si existía un factor de riesgo común, ambiental o genético.

Tras llevar a cabo este estudio estadístico, los autores han descubierto que existe una relación unidireccional entre el consumo de alcohol y el riesgo de padecer una depresión severa y han descartado una asociación entre la existencia de una depresión y el posterior consumo abusivo de bebidas espirituosas. Esto es: descartan que las personas depresivas recurran al alcohol para automedicarse.

Para poder informar de estas conclusiones, el equipo estudió las relaciones entre alcohol y depresión en 1.055 individuos nacidos en 1977 cuando éstos tenían de 17 a 18 años, de 20 a 21 y de 24 a 25 años.

Entre los participantes que tenían de 17 a 18 años, un 19,4% presentaba problemas con el alcohol y un 18,2% padecía depresión severa. Cuando tenían de 20 a 21 años el 22,4% de los individuos presentaba desórdenes alcohólicos y el 18,2% depresión. En el último tramo de edad, de 24 a 25 años, el 13,6% de los individuos tenía problemas con el alcohol y el 13,8% padecía depresión.

En todas las edades estudiadas, el abuso de alcohol estaba relacionado con un incremento del riesgo de sufrir depresión severa: los individuos con dependencia alcohólica tenían una probabilidad 1,9 veces mayor de desarrollar una depresión severa en comparación con los que no bebían.

Los investigadores destacan la asociación unidireccional entre abuso del alcohol y depresión, que no existe en sentido contrario. Los mecanismos subyacentes a la activación de esta asociación no están claros, pero los investigadores consideran que puede deberse a procesos genéticos en los que el alcohol aumenta el riesgo de padecer depresión.

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