Menos del 3% de los enfermos cardiacos siguen programas de rehabilitación

(PD).- Menos del 3 por cien de los pacientes con dolencias cardiacas siguen programas de rehabilitación en las alrededor de 20 unidades específicas de este tipo existentes en España, donde se producen más de 70.000 infartos al año.

Así lo ha asegurado hoy el director de la unidad de rehabilitación Cardiaca del Hospital Ramón y Cajal de Madrid, José María Maroto, en la presentación de su Libro «Corazón e Infarto. 101 Preguntas esenciales».

La publicación, prologada por el que fuera coordinador de IU y paciente de Maroto, Julio Anguita, es una recopilación de las cuestiones más demandadas por los enfermos que han pasado por este servicio en 30 años de existencia.

Según ha explicado Maroto, en Austria siguen programas de rehabilitación el 90 por cien de los pacientes y en Cuba el 100 por cien.

A su juicio, en España hay infraestructura suficiente para rehabilitar a los enfermos de medio y alto riesgo en los hospitales y al 50 por ciento restante en los centros de salud, una actuación que podría llevarse a cabo «sin grandes gastos».

Sin embargo, Maroto ha apuntado a los propios médicos para que esto no ocurra.

«Es muy fácil echar la culpa a la Administración», ha asegurado, pero los facultativos «son cada vez más intervencionistas» y desde los hospitales «venden mejor resultados espectaculares como los de los trasplantes que un trabajo a largo plazo», asegura.

Estudios realizados, demuestran que las personas rehabilitadas presentan complicaciones no mortales en el 35 por cien de los casos frente al 63,2 por cien de los no rehabilitados; anginas inestables en el 15,9 por cien frente al 33,9 por cien; insuficiencia cardiaca en el 3 por cien frente al 14,2 por cien y necesidad de cirugía el 8,4 por cien frente al 22,9 por cien.

Desde el punto de vista económico, el ahorro por paciente y año asciende a más de 1.600 euros y a 15.000 euros a los 6 años.

En la unidad del Hospital Ramón y Cajal, los enfermos son atendidos por un equipo de 14 profesionales entre médicos, fisioterapeutas, psicólogos y psiquiatras que les explican cómo deben alimentarse y los hábitos de vida que deben seguir.

Tras realizarles la prueba de fuerza, los profesionales vigilan el ritmo cardiaco de los pacientes mientras éstos realizan el ejercicio físico que les convine en las instalaciones de la unidad.

La mayoría de los pacientes pautados siguen las indicaciones y acuden a la unidad -2 meses los de bajo y medio riesgo y hasta 8 meses los de alto riesgo- salvo un 2 por cien que no lo hace alegando que «viven lejos» o que «son mayores».

Para éstas y el resto de las personas que no pueden acudir a estos centros, Maroto ha publicado este libro, «que no trata de asustar», sino de quitar los miedos que les atenazan y ayudarles a controlar la enfermedad porque su futuro depende de lo que «haga el propio paciente».

Entre las preguntas que los pacientes formulan y que Maroto contesta en el libro figuran si se puede hacer deporte, si el corazón queda dañado, si puede tomar café, alcohol, conducir, volver a trabajar o mantener relaciones sexuales.

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