La reforma sanitaria en EEUU se vuelve contra Obama

La reforma sanitaria en EEUU se vuelve contra Obama

La modificación ha encendido la ira de grupos conservadores en EEUU, que acusan al presidente de promover la Eutanasia y el aborto. Las protestas son espontáneas, según los conservadores; la Casa Blanca discrepa. Los manifestantes impugnan, además de la reforma sanitaria, la gestión económica.

Explica Marc Basstes en La Vanguardia que Barack Obama quería dedicar el mes de agosto a hacer pedagogía, a vencer el escepticismo de sus conciudadanos ante los planes para reformar a fondo el sistema sanitario de Estados Unidos.
Pero el presidente se está viendo obligado a desmentir los rumores más rocambolescos sobre la reforma, mientras los congresistas demócratas se enfrentan en sus circunscripciones a insultos y erupciones de ira popular.

Difundidos en radios y publicaciones conservadores, y cultivados por algunos políticos republicanos, los rumores sugieren que Obama promueve el aborto y la eutanasia.

La discusión sobre los valores, las llamadas guerras culturales –una constante en Estados Unidos–, se ha adueñado del debate sobre una reforma destinada a dejar sin cobertura sanitaria al mínimo de ciudadanos posible.

Pese a los buenos propósitos expresados por Obama durante la campaña electoral de hace un año, la polarización de la sociedad norteamericana persiste.

Es difícil calibrar si las recientes protestas en actos políticos –protestas que no sólo apuntan a la reforma sanitaria, sino también a los planes económicos «socialistas» del presidente– son cosa de pocos radicales o expresan un malestar más general. De momento, han obligado a la Casa Blanca a ponerse a la defensiva y a organizar una campaña de contrapropaganda.

Hace unos días, el veterano congresista de Michigan Joe Dingell fue abucheado en un acto para explicar la reforma sanitaria en su estado. El congresista dijo que no se había enfrentado a una muchedumbre tan irritada desde que votó por la ley de derechos civiles en 1964.

En Maryland, un hombre ahorcó una efigie del congresista Frank Kratovil. El congresista de Carolina del Norte Brad Miller dijo haber recibido amenazas de muerte. La presidenta de la Cámara de Representantes Nancy Pelosi ha denunciado que algunos exhiben símbolos nazis para descalificar la reforma.

Estos congresistas tienen en común que son demócratas, como Obama. Y los altercado suceden en los llamados town hall meetings, encuentros en los que los políticos debaten con los ciudadanos, una práctica con larga tradición en Estados Unidos.

Los republicanos consideran que las protestas son una manifestación espontánea del descontento popular con un plan que amenaza las prestaciones sanitarias de millones de ciudadanos y coloca al país en la vía del sistema europeo, que algunos califican aquí de socialista.

La Casa Blanca ve detrás de las protestas una campaña orquestada por grupos extremistas, a la que se han sumado figuras republicanas como Sarah Palin, candidata a la vicepresidencia en 2008 y ex gobernadora de Alaska. «La América que conozco y que amo no es un país en el que mis padres o mi bebé con síndrome de Down tengan que enfrentarse a los «comités de la muerte» de Obama para decidir, basándose en un juicio subjetivo sobre su «nivel de productividad en la sociedad», si merecen protección sanitaria», ha dicho Palin.

La ex gobernadora, heroína de los sectores más conservadores del Partido Republicano, se refiere a los planes para que el seguro médico cubra la consulta con el doctor para decidir cómo morir.

«Si discrepamos, discrepemos sobre cosas reales, no sobre distorsiones desenfrenadas que no guardan parecido alguno con ninguna propuesta real», dijo hace unos días Obama en un mitin en el estado de Nuevo Hampshire.

De cómo Obama lidie con estas rebeliones –amplificadas por la extensa cobertura de las cadenas por cable como CNN, secas de noticias en agosto– puede depender el resultado de la reforma.Algunos, como el columnista de The Washington Post David Broder, creen que las protestas pueden acabar beneficiando a Obama, del mismo modo en que las protestas en el sur contra Lyndon Johnson en los años sesenta, durante la batalla por los derechos civiles, acabaron beneficiándole.

Para los republicanos, el riesgo –ahora y entonces– es que los incidentes y los rumores retraten a los opositores de la reforma como extremistas, y sitúen al presidente en el centro político.

Pero la controversia también inquieta a Obama: el debate puede escapársele de las manos. De ahí la gira pedagógica que ha emprendido por el país, y la ofensiva de la Casa Blanca con correos electrónicos con el argumentario del presidente.

La idea original de la Casa Blanca era que el Senado y la Cámara de Representantes aprobaran la reforma antes del receso de agosto. No lo lograron, lo que ha dado alas a las protestas. Los republicanos creen que cuanto más se prolonguen los debates, más dudas emergerán entre los ciudadanos.Los rumores sobre la socialización de la medicina o la promoción del aborto siguen una tradición fecunda. Algunos ven un antecedente en las campañas contra la fracasada reforma sanitaria auspiciada por la entonces primera dama, Hillary Clinton.

Más recientemente, el presidente Obama se ha enfrentado a rumores según los cuales es musulmán o no es ciudadano de Estados Unidos y, por tanto, su presidencia es ilegal.

LOS ARGUMENTOS DE OBAMA

El presidente Barack Obama sostiene que sus compatriotas son rehenes de las compañías aseguradoras sanitarias que niegan la cobertura completa basándose en condiciones preestablecidas o cancelan la cobertura cuando el asegurado se pone enfermo.

Obama inició este viernes en Belgrade, Montana, su gira por cuatro estados adversos para dar un empujón a la reforma sanitaria.

El presidente está intentando recuperar el impulso e inercia que lo auparon a la Casa Blanca para contrarrestar el enfado que expresan muchos ciudadanos en las reuniones en ayuntamientos de todo el país, donde se trasluce la división y la desconfianza de muchos ciudadanos respeto a la agenda sanitaria.

Obama sugirió en el acto que los medios de comunicación estaban sobredimensionando las imágenes de protesta porque son muy tentadoras. «Lo que no habéis visto en TV y hace que me sienta orgulloso son los muchos mítines constructivos que hay en el país»

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