Nunca estás satisfecha. Estoy cansada; agotada. Pero sé que en los próximos segundos, minutos, horas, va a llegar otro. Pero un día decidí contar cuántos orgasmos tenía. Conté 180 en dos horas, dondequiera que tuviera que ir. Prácticamente con ese tipo de número, obtienes 2 o 3 en un minuto».
Esta es Cara Anaya, mientras cuenta su experiencia con excitaciones sexuales inesperadas y no deseadas.
La mujer, residente en Arizona, Estados Unidos, sufre de trastorno de excitación genital persistente o PGAD.
Ocurre principalmente en mujeres y es “una excitación sexual no provocada u orgasmo de causa incierta”, como lo describe Pain Reports, la publicación oficial de la Asociación Internacional para el Estudio del Dolor.
Eleanor Margolis, en un artículo para The Guardian, escribe:
«Aquellos que lo tienen a menudo se sienten permanentemente al borde de un orgasmo que no pueden completar, una especie de estreñimiento crónico del clítoris».
Cada persona lo experimenta de manera diferente.
Algunos se sienten excitados constantemente pero no llegan al orgasmo, mientras que otros pueden tener orgasmos múltiples, pero no se sienten satisfechos.
EL CASO DE CARA
Ir de compras, recoger a sus hijos de la escuela… Estas son actividades que para el común de los mortales pueden parecer normales, pero que son una tortura para Cara.
¿La razón? Sufre una extraña enfermedad llamada ‘Trastorno de excitación sexual persistente’ que hace que todo lo que se encuentra a su alrededor le genere excitación.
«Desde fuera puede sonar maravilloso, pero es frustrante y vergonzoso».
Eso explica la mujer, la cual puede llegar a tener más de 90 orgasmos cada hora y 360 minutos de exaltación sexual al día.
LE EMPEZÓ EN EL SÚPER
Tal y como explica ‘Daily Mirror‘, la insufrible vida de esta estadounidense de 30 años comenzó de improviso y hace tres años. Concretamente, se hallaba comprando comestibles en el supermercado cuando comenzó a sentir que el aire, los olores del ambiente y, en definitiva, todo lo que se encontraba a su alrededor, provocaba que se excitara.
Repentinamente, se cayó al suelo horrorizada y tuvo un orgasmo para el asombro general de los clientes que se encontraba cerca suya.
«Estaba asustada y confundida. Fue uno de los orgasmos más intensos de mi vida. Además, fue la primera vez que tuve varios orgasmos [160] durante seis horas».
UN INFIERNO
Desde ese momento de nada han servido las visitas continuas a médicos y psiquiatras, pues no hallan el origen ni la solución del problema. Para ella, ese fue el comienzo del infierno:
«cuando estás cerca de los niños te siente como un pervertido porque les quieres y no puedes reprimir lo que te sucede. Además no puedo participar en viajes escolares porque ni los niños ni los padres entienden lo que me sucede».
«Se ha devastado mi participación en la vida de mi hijo porque me siento demasiado sucia para ser una parte de ella. Queremos que sea un chico normal, pero al mismo tiempo no puede tener amigos porque mamá tiene esta dolencia»,
A su vez, esta estadounidense ha tenido que abandonar su trabajo y, según explica, aprender a ocultar su excitación sexual cuando sale a la calle (algo que cada vez hace menos).
«Algunos días solo quiero olvidarme de todo y quedarme en casa con las persianas bajadas. Otros, en los que solo he sufrido 10 orgasmos, siento que puedo volver a trabajar y recuperar mi vida».
A nivel físico, ESTÁ AMA DE CASA explica que no siente dolor. De hecho, no puede evitar reírse cuando tiene un orgasmo, aunque en su interior es una inmensa tortura que ha terminado con su vida.
