Más información
No ha dado una y en las redes sociales, en lugar de tomarse en serio a Fernando Simón, se lo están tomando a coña.
El epidemiólogo que plantó cara al ébola y al zika, se ha visto superado por el coronavirus y por las difusas presiones que le hacen desde La Moncloa los gurús mediáticos de Pedro Sánchez.
Desde que se diagnosticara el primer caso de ‘peste china’ en España, a finales de enero de 2020, Simón ha errado en casi todos sus pronósticos y no parece atreverse a hablar con claridad.
El pasado día 31 de enero, el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias compareció para explicar el primer caso diagnosticado en España, el de un turista alemán alojado en la isla de La Gomera.
Durante esa intervención, Simón afirmó textualmente:
“la epidemia tiene posibilidades de empezar a remitir. Nosotros creemos que España no va a tener, como mucho, más allá de algún caso diagnosticado. Esperemos que no haya transmisión local. Si la hay, será transmisión muy limitada y muy controlada. Pero España tiene que trabajar en todos los escenarios posibles”.
El pasado 9 de febrero, cuando se registró un segundo caso en Mallorca, el de un ciudadano británico que había estado en contacto con una persona infectada en Francia, anunció:
“En estos momentos, el nivel de riesgo de España es relativamente bajo. No hay ninguna razón para alarmarse, está controlado“.
Pero pocos días después, el 23 de febrero, tras el fallecimiento de dos personas en Italia y el aislamiento de 50.000 en el norte del país, lanzó un mensaje de calma: “En España ni hay virus ni se está transmitiendo la enfermedad“.
A estas alturas, el virus circulaba a toda velocidad por nuestro país sin ser detectado.
El 28 de febrero ya había 41 infectados pero Simón insistió: “no hay ninguna razón para cambiar de escenario porque el riesgo está perfectamente delimitado, no es un riesgo poblacional… la contención está funcionando”.
El día 2 de marzo, el epidemiólogo anunció que se había pasado del centenar de casos diagnosticados, pero volvió a insistir en que algunos remedios podían ser peor que la enfermedad, como dice el refrán:
«No debería ser un problema grave celebrar eventos multitudinarios. Suspender actos supondría que el virus circula sin control por nuestro país. Es una situación que hay que valorar con cuidado y aplicar si va a tener un efecto real o no. Hay medidas que a veces son más efectistas que efectivas».
Dos días después, Italia decidió cerrar sus colegios y universidades.
Le preguntaron a Simón si la medida podría acabar implementándose en España y respondió: «Cerrar colegios no reduciría riesgos, sino que los aumentaría».
Apenas 24 horas después, y ante la demanda de información, el experto volvió a comparecer y negó que los hospitales tuvieran riesgo de colapso:
«Si nuestros hospitales son capaces de soportar la presión que todos los años le genera la gripe, si se mantienen los mismos sistemas de contingencia, los hospitales serán capaces de soportarlo».
Justo antes de las manifestaciones feministas, que alentaban con entusiasmo el Gobierno socialcomunista y todas sus terminales mediáticas, cuando la Comunidad de Madrid ya le había trasladado al Ministerio de Sanidad que el número de contagios se había disparado de forma exponencial, Simón se plegó a las ‘sugerencias’ que le llevaban del entorno de Sánchez y clavó otro rmache en su ataúd profesional justificando las manifestaciones del 8-M:
«Es una convocatoria para nacionales en la que en principio participan nacionales, pero no quiere decir que no haya extranjeros ni tampoco algunos de alguna zona de riesgo, pero no es una afluencia masiva de personas de zonas de riesgo».
Y lo remató a lo grande: «Si mi hijo me pregunta si puede ir le diré que haga lo que quiera».
Y ya la pasada semana, dejando patente hasta que punto vive Simón asustado por lo que le pueda decir el Gobierno socialcomunista, cuando le preguntaron por la cuarentena obligatoria para todos que viola reiteradamente Pablo Iglesias, se cubrió diciendo: «Si bien la norma general es la que es, hay excepciones razonables».
Y lo último nos lo sirvió durante la rueda de prensa ofrecida junto al ministro Salvador Illa, cuando Fernando Simón, tratando de explicar porque Madrid tiene más casos que otras regiones, comentó que la epidemia, en la capital de España, «está marcada en su inicio por un brote asociado a un evento de reunión de mucha gente, un evento de masas».
Para no irritar a Sánchez, Iglesias, Calvo, Montero y compañía, el principal asesor del Gobierno en esta materia evitó temeroso mencionar las masivas marchas del 8M.
Y aunque Simó no se atreva a citar las cosas por su nombre, es innegable la influencia que han tenido las manifestaciones en la propagación del coronavirus, especialmente en Madrid, donde la concentración superó las 100.000 personas.
De las asistentes, ya han dado positivo en el test de coronavirus las ministras Irene Montero y Carolina Darias, además de la madre y la mujer de Pedro Sánchez, Begoña Gómez.
El 8M ya había 10 muertos por coronavirus en España, pese a lo cual el PSOE y Podemos no sólo rechazaron suspender la convocatoria, sino que animaron a los españoles a participar de forma masiva en las manifestaciones feministas.
Desde entonces, la epidemia ha crecido exponencialmente, con 28.572 casos casos de contagio y más de 1.700 muertos por coronavirus en apenas dos semanas.
Apenas 24 horas después del 28M, el Gobierno PSOE-Podemos reconoció que la situación estaba descontrolada y comenzó a plantear las medidas de confinamiento.
España ya es el país en el que más rápido crece la epidemia.