Es en la primera parte del grito de guerra en lo único que el chapucero ministro de Sanidad podrá parecerse al mítico e irrepetible jugador del Real Madrid, Juan Gómez, Juanito.
Porque, desde luego, a Salvador Illa le va mucho más lo de ‘illa, illa, illa, ministro chapucilla’ que lo de ‘illa, illa, illa, Juanito maravilla’.
El titular de esta cartera ministerial no para de dar titulares a la prensa, bien por él mismo o bien por parte del equipo que tiene bajo su mando, con el ínclito Fernando Simón en esas ruedas de prensa diarias que cada día resultan menos creíbles.
Los continuos gambazos de su departamento podrían dar lugar a la chanza y al cachondeo generalizado si no fuera porque son meteduras de pata letales. El último, de marca mayor.
Este 17 de abril de 2020 el Ministerio de Sanidad ha tenido que proceder a la retirada de más de 350.000 mascarillas que había repartido a las comunidades autónomas al estar defectuosas y no contar con la pertinente homologación.
GRACIAS A UN ANÁLISIS
Lo preocupante de este asunto es que mientras una parte del Ejecutivo está a la persecución de los medios críticos con la gestión del tándem Sánchez-Iglesias y mandando burofaxes-mordaza, a los ‘avispados’ de La Moncloa se la cuelan por todos lados.
¿Dónde están los controles? No se sabe. Pero lo cierto es que todo lo que ha corrido a cargo del Gobierno en esta crisis del coronavirus responde más bien a todo un disparate perfectamente orquestado por unos especialistas en la ‘comedia de enredo’.
Lo cierto es que la casualidad ha querido que se detecte con relativa prontitud la existencia de estas mascarillas inservibles para los sanitarios.
Ha tenido que ser el Ministerio de Trabajo y Economía Social quien diera el aviso a Sanidad después de que se realizase un análisis solicitado por el Hospital Universitari Parc Taulí de Barcelona.
Se trata de las mascarillas FPP2 de la empresa Garry Galaxy, un proveedor del Ministerio que forma parte del listado de fabricantes de material sanitario autorizados por China.
Según el informe, se han demostrado defectuosas las mascarillas contenidas en envases verde». Ese tipo de elemento de protección para los profesionales sanitarios debe tener un nivel de penetración de material filtrante menor al 6%, y en las pruebas realizadas a estas mascarillas el porcentaje superó el 18%, el 27% y el 29%, en las muestras analizadas por el Ministerio de Trabajo. Por el contrario, las otras mascarillas analizadas apenas dejaron penetrar el 1% o el 2% del material filtrante que les aplicaron.
El informe detalla que se trata de una mascarilla autofiltrante, plegada, con pinza nasal, con arnés de cabeza consistente en cintas elásticas que pasan por detrás de las orejas, y aporta imágenes de la misma. El otro modelo ni siquiera lleva envoltorio.
El análisis del Ministerio de Trabajo concluye que:
Se trata de dos mascarillas de apariencia similar pero con niveles de protección muy distintos. El modelo 1 no cumple con ninguna clasificación indicada en la norma. Para verificar la diferencia se han realizado también los ensayos de resistencia a la respiración y se comprueba la coherencia con los resultados obtenidos en penetración.
El problema es que estas mascarillas se han usado tanto en hospitales como en residencias de mayores y, desde luego, los sanitarios y cuidadores que las han usado estos días han estado sometidos a un elevado riesgo de coger el coronavirus.
