Las miradas de incredulidad son habituales al salir de la consulta: los pacientes miramos el papel, el garabato inextricable perpetrado por nuestro médico de cabecera, la cara de idéntico asombro del resto de dolientes y nos marchamos sin saber muy bien qué se supone que nos han recetado.
Hasta aquí nada extraordinario.
Sucede, sin embargo, que lo mismo le pasa a los farmacéuticos, los pobres héroes encargados de traducir la lengua ignota de los galenos a diario.
Tradicionalmente, el misterio se descifraba llamando al médico y cuestionando por el jeroglífico.
Las redes sociales han hecho mucho más rápido el proceso, como explica aquí la administradora del grupo.
Facebook sirve como mente colmena colaborativa para solucionar las horribles caligrafías del mundo médico y para agilizar el trámite de entrega de medicamentos a los pacientes. De ahí que esté cerrado y su acceso sólo orientado a farmacéuticos (pese a que se cuelan pacientes).
Fui a la farmacia con la receta que me dio el médico y me dieron unos comprimidos vaginales yo solamente necesito algo para el dolor de cabeza señor farmaceutico no sé que dirá la receta con letra difícil pero seguro nada sobre la vagina.
— Franco ? (@FrancoBrignolo) July 10, 2018
¿Pero por qué demonios sucede? La cuestión de la caligrafía médica lleva siendo motivo de modesto estudio durante décadas.
Hay teorías de todos los colores: los médicos se suelen excusar recordando la ingente cantidad de apuntes que debían tomar en la carrera (en los tiempos contemporáneos debería ir a menos, en ese caso); otros apuntan hacia el propio proceso médico: todo tiene que quedar registrado, lo que provoca que los médicos tengan incentivos para escribir muy rápido y poder procesar a los pacientes de forma más ágil.