Un grupo de investigadores ha identificado 13.500 moléculas con las que se podrían desarrollar nuevos medicamentos contra la malaria, una enfermedad causada por un parásito que se transmite a las personas a través de la picadura de mosquitos infectados y que en 2009 ocasionó un millón de muertes.
El estudio, que ocupa la portada de la revista Nature, se realizó en los laboratorios GlaxoSmithKline (GSK) de Tres Cantos (Madrid), a partir de los más de dos millones de compuestos de la colección de esta empresa, con el fin de identificar aquellos que pudieran inhibir el parásito de la malaria, Plasmodium falciparum.
El director de Biología del Centro para el Descubrimiento de Medicamentos para Enfermedades de Países en Desarrollo de GSK, José Francisco García Bustos, ha explicado a Efe que su equipo probó los dos millones de compuestos contra el citado parásito en ciertas condiciones de seguridad, lo que les llevó año y medio.
Con cada uno de ellos, certificaron cuales inhiben el parásito y cuales no.
«Se trata de un experimento de cribado, en el que hemos identificado 13.500 compuestos», ha constatado este investigador, quien ha añadido que, además, la novedad es que GSK, en lugar de guardar los resultados para uso privado, los hace públicos.
La comunidad científica interesada en la malaria, ha continuado, tiene a «su disposición» 13.500 moléculas, con las «propiedades adecuadas» para convertirse en fármacos, porque «hemos demostrado que son potentes matando al parásito de esta enfermedad».
Tras esta comprobación, el equipo científico se aseguró de que los compuestos también son activos contra una cepa multiresistente de P. falciparum.
También, a través de una línea celular humana que se cultiva en el laboratorio, acreditó que «no son obviamente tóxicos para los humanos».
En el estudio publicado en Nature, donde se describen las estructuras y el análisis de los compuestos, los autores apuntan asimismo que los inhibidores de la proteína kinasa y ciertas dianas en los glóbulos rojos de la sangre suponen también «nuevas prometedoras vías de investigación contra esta enfermedad».
En este sentido, García Bustos ha recordado que los compuestos matan a los parásitos porque inhiben alguna proteína que es esencial para éstos, por lo que conocer de qué proteína se trata ayudaría a desarrollar moléculas como base de los fármacos.
Ningún medicamento antimalárico, de la docena que hay en el mercado, actúa inhibiendo proteínas kinasas, pero sí existen otros fármacos que ya se sabe que actúan así en el tratamiento de dolencias como el cáncer.
«Aprovechando la información sobre compuestos que existe en la compañía, proponemos como hipótesis de partida que el parásito de la malaria tiene ciertas proteínas que le son muy importantes, entre ellas las kinasas, y que podrían ser inhibidas por las moléculas ahora descritas», ha dicho.
A partir de esta investigación, ha relatado García Bustos, hay que evidenciar otras propiedades necesarias para que la molécula se convierta en fármaco, como su degradación por las enzimas del hígado.
Para ello, para profundizar en la calidad, el equipo de este biólogo va a elegir cuatro moléculas del catálogo (de no cumplir los requisitos, escogerían otras tantas para continuar la investigación).
García Bustos, quien ha señalado que la lucha contra la malaria es cuestión de recursos, ha indicado que, normalmente, las moléculas no tienen todas las propiedades que se necesitan para elaborar un medicamento, por lo que hay que hacer derivados hasta conseguirlo.
Los científicos esperan que otros grupos hagan lo mismo y elijan un grupo de moléculas para avanzar en la investigación.
En el artículo de opinión que acompaña a la publicación, David A. Fidock, de la Universidad de Columbia, ha afirmado: «este hallazgo constituye una nueva vía de investigación importante para el desarrollo de nuevos medicamentos antimaláricos», según GSK.