Las bacterias de la flora intestinal, reservorio para la resistencia a antibióticos

Los más de 6.000 tipos de bacterias beneficiosas de la flora intestinal destinadas a realizar funciones básicas del cuerpo humano han comenzado a interactuar con bacterias resistentes a los antibióticos procedentes del medio ambiente que les transfieren elementos genéticos, provocando que éstas también aprenden a resistir a los antibióticos.

Así lo han puesto de manifiesto los expertos con motivo del XVIII Simposio Científico de la Fundación Lilly ‘Microbioma: descubriendo el último órgano del cuerpo humano’, que ha comenzado este jueves en El Escorial (Madrid), y donde se ha subrayado que la comunidad médica se enfrenta a «una epidemia de bacterias resistentes que se propaga entre toda la población».

En opinión del profesor de Investigación en Evolución Bacteriana, director científico del Instituto de Investigaciones Sanitarias del Hospital Ramón y Cajal de Madrid (IRYCIS) y co director de este simposio, el profesor Fernando Baquero, el problema radica en que «llega un momento en el que el intestino de cada individuo alberga bacterias resistentes sin necesidad de que hayan sido seleccionadas en el mismo por sobre exposición a los antibióticos».

Así, con motivo de la celebración del Día Europeo para el Uso Prudente de los Antibióticos, advierte de que ante esta situación y ante el escaso desarrollo de antibióticos en las últimas décadas, «estamos exprimiendo los medicamentos que tenemos, pero ya hay personas que fallecen por resistencias».

A este respecto, durante el encuentro se ha expuesto cómo a través del estudio del microbioma, es decir, del conjunto de genomas que componen los microorganismos bacterianos que residen en el cuerpo humano, se están investigando los mecanismos a través de los cuales las bacterias se transmiten la información de resistencias a los antibióticos.

La aplicación clínica de estos conocimientos, según explica el doctor Baquero, consiste en «modificar algunas de esta interacciones entre las bacterias del intestino para reducir la eficiencia de los canales de comunicación».

Y es que, en su opinión, el objetivo no es luchar contra las bacterias resistentes, «sino evitar la propagación de la información que ocasiona, a su vez, la epidemia de bacterias resistentes». «Se trata en realidad de una labor preventiva para evitar que las bacterias intercambien esa información genética», destaca.

EL FUTURO ESTA EN EL MICROBIOMA

Para el catedrático de Microbiología de la Facultad de Farmacia de la Universidad Complutense de Madrid César Nombela, el estudio del microbioma «nos dará la fotografía del paisaje microbiano de un organismo, permitiéndonos saber si es portador de bacterias resistentes, qué tipo de resistencias, si son transmisibles a otras bacterias o no, y con qué frecuencia o cómo se comportan».

En este sentido, Nombela ha destacado que «el manejo del antibiótico no puede en ningún caso estar basado en un empleo masivo y en un exterminio de bacterias patógenas, sino en un uso racional que permita atacar a las patógenas en las situaciones en que lo son, pero de forma cuidadosa de manera que el antibiótico siga siendo válido».

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