Una investigación internacional en la que participa el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha reducido a tan sólo tres los linajes genéticos de los équidos del Pleistoceno, tras analizar los restos de 22 fósiles de Eurasia, África y América de hace 12.000 años.
Según recordó hoy el CSIC, la familia de los équidos se originó en América del Norte alrededor de hace 60 millones de años.
A partir de ese momento, los diferentes géneros se fueron
desarrollando y expandiendo por el mundo hasta el final del Pleistoceno, hace unos 12.000 años, cuando la mayoría de los géneros que se conocen se extinguieron. La investigación ha sido publicada en la revista «Proceedings of the National Academy of Sciences».
La literatura recoge unas 350 especies equinas. Según una de las autoras del estudio, la investigadora del CSIC María Teresa Alberdi, «la diversidad de los caballos pleistocenos ha sido sobreestimada».
El primero de los tres linajes corresponde a los caballos del viejo mundo (Eurasia) y marca las grandes afinidades entre los asnos salvajes de Asia o hemiones y los extintos asnos europeos.
Según los datos, esta última es una subespecie de la primera. En general, estos équidos se caracterizan por ser de pequeña talla y todas sus variedades pertenecen al género «Equus», el único del que conservan especies vivas, como el caballo doméstico, la cebra común y el burro.
El segundo linaje está representado por los grupos americanos de équidos hippidiformes, los caballos esbeltos o gráciles y los caballinos. El género hippidion se caracteriza por su gran cráneo de aspecto característico debido a la retracción de las fosas nasales y el alargamiento y estrechamiento del hueso nasal.
Por último, el tercer linaje corresponde al grupo de las cebras, cuya distribución está restringida al continente africano.
Para Alberdi, «aún queda mucho por hacer en este campo, ya que nunca se ha hecho una revisión sistemática en detalle de la etapa final de la evolución de los équidos».
