Más información
¿Temes cometer errores? ¿Tiendes a no estar satisfecho con lo que haces? ¿Piensas, a menudo que podrías hacerlo mejor?
Todos nos proponemos metas que alcanzar y objetivos que cumplir con una exigencia que puede ser más o menos elevada dependiendo de nuestro aprendizaje, experiencias, modelos, ambiente, etc.
Esta exigencia, pocas veces es consciente y puede producirnos una verdadera satisfacción personal, impulsándonos a triunfar y a conseguir nuestros sueños.
Pero, sin embargo, en exceso, nos genera preocupación, angustia, expectativas poco realistas, temor a fracasar y mucha inseguridad, como si se tratara de un “ogro” interior que nos presiona por ser “los mejores”.
Lejos de proteger y mejorar nuestra autoestima, nos lleva a desvalorizarnos, a privarnos del disfrute, persiguiendo un listón que nos queda demasiado alto y al cual es muy difícil llegar.
Nos aleja de nuestras prioridades y en muchas ocasiones, nos paraliza.
Desde la infancia, quizá, nos hemos fijado unas normas sobre como deberíamos ser o actuar (“debo tener éxito”,” debo hacer las cosas bien”, “nunca es suficiente”, “no debo cometer errores”) que con el paso del tiempo nos llevan a una insatisfacción permanente, a posponer nuestra felicidad para más adelante provocándonos, así, estrés, cansancio e indecisión.
Por todo ello es importante pararnos aquí, y empezar a tomar conciencia de las trampas de nuestro perfeccionismo.
¿Qué pasaría si bajo un poco mi listón? Al igual que los atletas comienzan saltando barras de menos altura para, más adelante, pasar a otras más altas y conseguir así, el éxito, si empezáramos con las más altas nos cansaríamos y perderíamos toda la energía sin conseguir nada.
Fíjate objetivos alcanzables, felicita tus esfuerzos por encima de tus resultados, confía en tus capacidades, no consideres tus errores como una derrota, y empieza a cuidarte como te mereces. No es un camino fácil, ya que el cambio siempre nos asusta, pero no por ello debemos renunciar a mejorar nuestra situación cuando algo nos hace daño.