Se puede ralentizar, pero no hay ninguna vía de escape para evitarlo

Echan por tierra con una fórmula matemática la idea de que se puede detener el envejecimiento

Hacerse viejo es una característica propia de los organismos multicelulares

Echan por tierra con una fórmula matemática la idea de que se puede detener el envejecimiento

Las bacterias son capaces de reparar sus daños en el ADN y cada cierto tiempo se reproducen y generan clones para garantizarse la inmortalidad; pero, ¿quién querría ser una bacteria?

Tremendo disgusto. Investigadores de la Universidad de Arizona han probado que es matemáticamente imposible detener el envejecimiento en organismos multicelulares, entre los que están las plantas y los animales.

De hecho, han concluido que la senescencia es una característica propia de los seres vivos complejos.

«El envejecimiento es matemáticamente y totalmente inevitable. No hay ninguna vía de escape lógica, teórica ni matemática».

Lo anuncia Joanna Masel, profesora de ecología y biología evolutiva en la Universidad de Arizona y coautora de la investigación.

En un artículo publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences, Masel y su colaborador Paul Nelson han aplicado un modelo matemático para simular la evolución de las células de un organismo y han encontrado pruebas de por qué el envejecimiento es «una verdad incontrovertible» y «una propiedad intrínseca de ser multicelular».

Para ello, han simulado el proceso de selección natural, a través del cual los individuos que son más aptos sobreviven con mayor frecuencia que los menos aptos.

La idea que trataron de poner a prueba es si se podría evitar el envejecimiento de un organismo complejo si cada una sus células pasara por un fenómeno de selección natural «perfecto» que permitiera «depurar» a todas y cada una de las que son defectuosas o viejas.

Por desgracia, según Masel y Nelson no es posible hacerlo.

Los dos motivos del envejecimiento

El principal impedimento es que el envejecimiento consiste en dos procesos distintos que el organismo no puede frenar a la vez: si bloquease uno, se dispararía el otro, y viceversa.

  • El primero de ellos es la disminución de la velocidad de crecimiento de las células y la pérdida de función de los tejidos: por ejemplo, cuando las células epiteliales envejecen dejan de producir pigmentos y el cabello se blanquea; cuando ocurre lo mismo en el tejido conjuntivo, el organismo deja de regenerar las redes de colágeno y la piel pierde elasticidad y se arruga.
  • El segundo proceso es que algunas células quedan fuera de control y disparan su crecimiento, a veces generando tumores.

No hay forma de frenar ambos fenómenos a la vez explica Paul Nelson, coautor de la investigación:

«Si te deshaces de las células que funcionan mal, entonces las células cancerosas proliferan. Pero si te deshaces de las cancerosas, o simplemente las frenas, entonces permites que se acumulen las células defectuosas (…). Puedes hacer una cosa u otra, pero no las dos a la vez».

«No es nada nuevo que todos vamos a morir; muchas cosas son obvias y muy familiares para todos, pero realmente, ¿por qué envejecemos?».

«Nosotros hemos investigado por qué ocurre el envejecimiento, desde la perspectiva de por qué la selección natural no lo ha detenido aún».

La respuesta que ellos han encontrado es que al final, según las matemáticas, tratar de arreglar las cosas solo empeora el proceso.

«Quizás puedas ralentizar el envejecimiento, pero no puedes detenerlo».

«Tenemos una demostración matemática de por qué es imposible solucionar los dos problemas (la eliminación de las células defectuosas e impedir el crecimiento de las cancerosas). Puedes arreglar uno pero el otro permanecerá. (…) Y la razón básica es que las cosas se rompen. No importa cuánto lo intentes, no puedes evitarlo».

Quizás no sea un consuelo, pero según este investigador, es algo que todos debemos afrontar:

«Es sencillamente algo con lo que lidiar si «quieres» ser un organismo multicelular».

A diferencia de ellos, las bacterias son capaces de reparar sus daños en el ADN y cada cierto tiempo se reproducen y generan clones para garantizarse la inmortalidad.

Pero, ¿quién querría ser una bacteria?

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