Todo empezó alrededor del 4000 a.C. en Mesopotamia

Humanidad: Así cambia nuestro cerebro cuando aprendemos a leer

A medida que aprendemos a leer, una región del cerebro conocida como 'área visual de forma de palabra' (VWFA) se vuelve sensible al guión (letras o caracteres)

Leer, fantasía, sueños
Leer, fantasía, sueños. PD

La escritura se inventó alrededor del 4000 a.C. en Mesopotamia, cuando los seres humanos comenzaron a desarrollar sistemas de escritura para registrar información y comunicarse a través del tiempo y el espacio.

Es importante tener en cuenta que diferentes formas de escritura se desarrollaron en diferentes partes del mundo en diferentes momentos.

La lectura se limitó inicialmente a una pequeña élite de personas que eran capaces de leer y escribir, como sacerdotes, gobernantes y funcionarios.

La alfabetización se extendió gradualmente a través de la educación y la propagación de la cultura escrita a lo largo de los siglos, hasta convertirse en una habilidad común y necesaria en muchos lugares del mundo moderno.

¿Cómo aprender a leer cambia nuestro cerebro?

¿La lectura ocupa un espacio cerebral dedicado a ver objetos como caras, herramientas o casas?

En un estudio funcional de imágenes cerebrales, un equipo de investigación comparó adultos alfabetizados y analfabetos en India.

La lectura recicla una región del cerebro que ya es sensible a categorías visuales evolutivamente más antiguas, mejorando en lugar de destruir la sensibilidad a otra información visual, según recoge sciencedaily.

La lectura es un invento reciente en la historia de la cultura humana, demasiado reciente para que redes cerebrales dedicadas hayan evolucionado específicamente para ello.

¿Cómo, entonces, logramos esta notable hazaña?

A medida que aprendemos a leer, una región del cerebro conocida como ‘área visual de forma de palabra’ (VWFA) se vuelve sensible al guión (letras o caracteres).

Sin embargo, algunos han afirmado que el desarrollo de esta área ocupa (y por lo tanto afecta de manera perjudicial) el espacio que de otro modo estaría disponible para procesar objetos culturalmente relevantes como caras, casas o herramientas.

Un equipo de investigación internacional dirigido por Falk Huettig (MPI y la Universidad de Radboud Nijmegen) y Alexis Hervais-Adelman (MPI y la Universidad de Zurich) se propusieron probar el efecto de la lectura en el sistema visual del cerebro.

El equipo escaneó los cerebros de más de noventa adultos que viven en una parte remota del norte de la India con diversos grados de alfabetización (de personas que no pueden leer a lectores expertos), utilizando imágenes de resonancia magnética funcional (fMRI). Mientras estaban en el escáner, los participantes vieron oraciones, letras y otras categorías visuales, como caras.

Si aprender a leer conduce a una « competencia » con otras áreas visuales del cerebro, los lectores deben tener diferentes patrones de activación cerebral de los que no leen, y no solo para las letras, sino también para las caras, las herramientas o las casas. Anteriormente se pensaba que el «reciclaje» de las redes cerebrales cuando se aprende a leer afecta negativamente las funciones antiguas evolutivas, como el procesamiento facial.

Sin embargo, Huettig y Hervais-Adelman plantearon la hipótesis de que la lectura, en lugar de afectar negativamente las respuestas cerebrales a objetos no ortográficos (que no son letras), puede, por el contrario, aumentar las respuestas cerebrales a los estímulos visuales en general.

«Cuando aprendemos a leer, explotamos la capacidad del cerebro para formar parches de categorías selectivas en áreas visuales del cerebro. Estas surgen en el mismo territorio cortical que las especializaciones para otras categorías que son importantes para las personas, como caras y casas. La pregunta permanente ha sido si aprender a leer es perjudicial para esas otras categorías, dado que el espacio en el cerebro es limitado»

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