¿Sabías que el culpable de tu adicción a la comida no es el azúcar?

¿Sabías que el culpable de tu adicción a la comida no es el azúcar?
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Para poder entender el efecto del azúcar, hay que entender las adicciones y sus manifestaciones. Teniendo en cuenta sus manifestaciones, existen varios estudios que apuntan a que el azúcar no genera adicción. En concreto, muchos de estos estudios apuntan a la relación entre el desorden alimenticio que conduce al sobrepeso, la dependencia de la comida y el azúcar como «droga» que la causa. Y los resultados indican que el azúcar no es el culpable, según recoge el autor original de este artículo Santiago en Hipertextual y comparte Paula Dumas para Peridista Digital.

De hecho, cada vez son más las evidencias que muestran que creemos que el azúcar es adictivo debido a los resultados en otros estudios hechos tiempo atrás con animales, algo que no es extrapolable a seres humanos (al menos tal cual). Algunos de los últimos estudios analizan distintas manifestaciones, trastornos y otros aspectos sobre la adicción a la comida, y no, no han encontrado pruebas de los efectos del azúcar. Sin embargo, el trastorno parece seguir ahí. ¿Cuáles serían los culpables de que la gente quiera seguir comiendo, a toda costa?

«El azúcar es más adictivo que el tabaco», «la nueva droga, el azúcar, ha llegado» y frases del estilo son las que adornan ahora el Internet de la nutrición. Nadie puede negar que, a día de hoy, el exceso de azúcar en nuestra comida es un problema muy, muy serio. Y no sólo es cuestión de azúcar; la nutrición en sí es un campo en el que todos nos creemos expertos y del que depende nuestra salud y la de los que más queremos. Todavía no comprendemos todas las implicaciones de lo que creemos saber. ¿Y si el azúcar no fuera el culpable de trastornos como la adicción a la comida? ¿Sabemos a ciencia cierta si es adictivo? Muchos estudios ponen en tela de juicio este hecho. ¿Cuáles son los otros causantes de que no podamos parar de comer?

Adictos a la comida
«Adicción» es una palabra muy seria. En los manuales diagnósticos se define la adicción por estar asociada a tres manifestaciones claras: patrón problemático de consumo, abstinencia y tolerancia. Tenemos tendencia a definir como adicción comportamientos aberrantes que no encajan en la definición (como podría ser la «adicción a los videojuegos»). La adicción a la comida está entre dichos trastornos, ya que no se define claramente mediante esas tres manifestaciones. Pero sí que muestra similitudes en muchos aspectos, como en la tolerancia. Eso quiere decir que hay «algo», una sustancia o varias, que provocan efectos que perpetúan el comportamiento. Las adicciones, simplificándolo mucho, tienen un componente fisiológico en el cual nuestro sistema de recompensa no funciona de manera normal. En el caso concreto de la «adicción a la comida», cuando ingerimos ciertos alimentos, nuestro cuerpo segrega dopamina y otros neurotransmisores que nos hacen sentir bien.

A medida que segregamos más, más recompensa necesitamos, lo que hace que necesitemos comer más, convirtiéndose en un ciclo pernicioso. Pero ¿qué es lo que dispara nuestro sistema de recompensa? El estudio de las adicciones está todavía lleno de incógnitas. Sin embargo, cada vez comprendemos mejor algunas de las piezas. Por ello se acusa a sustancias como el azúcar. El azúcar como alimento ha sido analizado en animales, descubriendo que genera adicción y dependencia en ratas, por ejemplo. Esto parece encajar con cuestiones tan claras como la dependencia al alcohol manifestada en seres humanos y otras consecuencias observadas en nuestro cuerpo. Por tanto, de largo se asume que sí, que el azúcar es adictivo para los seres humanos. Eso explicaría tantas cosas. Pero, ¿y si no es así?

Existen varias razones para sospechar de dos sustancias también presentes en la comida más adictiva: la sal, el glutamato y la grasa. Mientras que la grasa entraría dentro de un complicado cuadro que explica que los alimentos calóricos (con muchas calorías) nos provocan cierta necesidad de consumir más y más debido a nuestro sistema de recompensa. Los efectos de la sal están menos estudiados, pero podrían ayudar a explicar por qué existe el trastorno alimenticio de la adicción a la comida.

El glutamato es un neurotransmisor muy potente y esencial en nuestra vida. Su papel en los circuitos neuronales, de hecho, podría explicar algunos síntomas de la adicción. En combinación con otros factores (fisiológicos y psicológicos) podrían ayudarnos a entender qué ocurre en nuestra cabeza cuando no podemos parar de comer. Un comportamiento en el que, según vemos, el azúcar tiene mucha menos implicación del que pensábamos. Así que no parece muy correcto hablar del azúcar como «otra droga blanca».

Lo que no resta ni un ápice a la necesidad de reducir su consumo, así como sus efectos negativos en nuestra salud. Pero la única manera de comprender en profundidad las implicaciones de la alimentación en nuestra vida diaria es analizando con mucho cuidado toda la miríada de factores que afectan. Porque, aunque parezca mentira, todavía desconocemos muchísimo sobre cómo nos afecta lo que comemos.

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