Loa juicios morales y actitudes sociales se pueden volver más conservadoras como respuesta ante la amenaza del COVID-19

¿Somos más conservadores por el Coronavirus?: así está cambiando nuestra psicología por el terror a la enfermedad

Según estudios, respuestas fuera de lugar pueden tener lugar como una alerta temprana ante una amenaza a nuestra salud

¿Somos más conservadores por el Coronavirus?: así está cambiando nuestra psicología por el terror a la enfermedad

Se están conociendo los efectos que puede causar una enfermedad contagiosa como el COVID-19 en nuestras mentes.

Las constantes informaciones que han surgido producto del coronavirus desde el pasado diciembre de 2019, cuando surgió en China, han generado que los sistemas de alerta en nuestros pensamientos se disparen.

Números de muertos, de contagiados, cifras en diferentes países, reacciones de las autoridades, metidas de pata de los políticos, los negacionistas que han caído enfermo, las grandes celebridades que han muerto o padecido la enfermedad, hasta el impacto del COVID-19 en personas cercanas como familiares, amigos o conocidos han tenido consecuencias en la psicología de los seres humanos.

El miedo al contagio nos lleva a ser más conformistas y primitivos, y menos receptivos a la excentricidad.

Nuestros juicios morales y actitudes sociales se vuelven más conservadoras y estrictas al considerar temas como la inmigración o la libertad e igualdad sexual. Los recordatorios diarios de enfermedades pueden incluso influir en nuestras afiliaciones políticas.

Según algunos científicos, los recientes informes de aumento de xenofobia y racismo pueden ser el primer signo de esto, pero también se habla de cambios sociales y psicológicos mucho más profundos.

El sistema inmunológico conductual

Como parte de la psicología del ser humano, estas respuestas a la enfermedad hay que entenderlas en un contexto prehistórico, antes del nacimiento de la medicina moderna, es muy probable que las enfermedades infecciosas fueran una de las mayores amenazas ante nuestra supervivencia.

El sistema inmune tiene algunos mecanismos sorprendentes para cazar y matar a esos invasores patógenos.

Desafortunadamente, estas reacciones nos dejan sintiéndonos con sueño y sin energía, lo que significa que nuestros antepasados enfermos no habrían podido realizar actividades esenciales, como la caza, la recolección o la crianza de los hijos.

Estar enfermo también es fisiológicamente costoso.

El aumento de la temperatura corporal durante la fiebre, por ejemplo, es esencial para una respuesta inmune efectiva, pero esto resulta en un incremento del 13% en el consumo de energía del cuerpo. Y cuando la comida escaseaba, eso habría sido una carga seria.

«Enfermarse y permitir que este maravilloso sistema inmunológico funcione es realmente costoso», dice Mark Schaller de la Universidad de Columbia Británica, en Vancouver, Canadá.

«Es como un seguro médico, es genial tenerlo, pero realmente apesta cuando tienes que usarlo».

Por lo tanto, cualquier cosa que reduzca el riesgo de infección en primer lugar debería haber ofrecido una clara ventaja de supervivencia.

Por esta razón, desarrollamos un conjunto de respuestas psicológicas inconscientes, que Schaller ha denominado el «sistema inmunológico de conducta» (behavioural immune system, en inglés), para que actúen como una primera línea de defensa con el objetivo de reducir nuestro contacto con posibles patógenos.

La respuesta del sentido del gusto es uno de los componentes más obvios del sistema inmunitario de conducta.

Cuando rechazamos cosas que huelen mal o alimentos que creemos que no están limpios, intentamos instintivamente evitar el posible contagio.

Estas respuestas pueden ser bastante duras, ya que nuestros antepasados no habrían entendido las causas específicas de cada enfermedad o la forma en que se transmitieron.

«El sistema inmunológico de conducta funciona con una lógica de ‘más vale prevenir que curar'», dice Lene Aarøe, de la Universidad de Aarhus, en Dinamarca.

Esto significa que las respuestas a menudo están fuera de lugar y pueden ser desencadenadas por información irrelevante, alterando nuestra toma de decisiones morales y opiniones políticas sobre temas que no tienen nada que ver con la amenaza actual.

Conformarse o irse

La amenaza de una enfermedad como el COVID-19 nos vuelve más conformistas y respetuosos de las convenciones, así lo demostró Schaller.

El especialista primero preparó a los participantes para que se sintieran amenazados por una infección, pidiéndoles que describieran un momento en que habían estado enfermos anteriormente y luego les dio varias pruebas para medir su tendencia a conformarse.

¿Ayuda realmente a prevenir el coronavirus el quitarse toda la ropa al entrar a la casa y lavar todos los productos de la compra?
En una de ellas, propuso a los estudiantes un cambio en el sistema de calificación de la universidad y ellos debían votar colocando un centavo en un frasco marcado con la leyenda «de acuerdo» o «en desacuerdo».

Una mayor sensibilidad a la enfermedad llevó a los participantes a seguir a la mayoría y colocar su centavo en el frasco con la mayor cantidad de monedas. Fueron influenciados por la popularidad en lugar de ir contra la corriente con su propia opinión.

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