Donald Trump estaba en lo correcto.
El presidente de Estados Unidos fue criticado por vincular el uso de hidroxicloroquina para combatir al COVID-19.
A partir de sus declaraciones se dio a conocer un estudio publicado en la revista ‘The Lancet’ que cuestionaba los beneficios de la hidroxicloroquina. Incluso afirmaba que era una práctica que aumentaba la mortalidad de los pacientes de COVID-19.
Ante los datos de la investigación, Francia prohibió el uso de hidroxicloroquina dentro de sus hospitales para pacientes con coronavirus.
Sin embargo, ahora el estudio se ha caído por su propio peso.
Tres de los cuatro pidieron la retractación del artículo, según ha informado la propia revista británica.
“No podemos seguir garantizando la veracidad de las fuentes de datos primarios”, indicaron los tres autores a The Lancet.
En este sentido, acusan al cuarto autor, Sapan Desai, responsable de la compañía que recogió los indicadores que fundamentaron las conclusiones y que se niega ahora a dar acceso directo a ellos.
Los tres autores, Mandeep R. Mehra, Frank Ruschitzka y Amit N. Patel, que cambiaron su postura explicaron que:
“Después de la publicación de nuestro artículo (…), se plantearon varias preocupaciones con respecto a la veracidad de los datos y análisis realizados por Surgisphere Corporation y su fundador y coautor, Sapan Desai”.
Tras pedir un nuevo análisis de investigadores ajenos al estudio y la empresa médica, los firmantes aseguran:
“Nuestros revisores independientes nos informaron de que Surgisphere no transferiría el conjunto de datos completos, los contratos de clientes y el informe completo de auditoría a sus servidores para su análisis, ya que dicha transferencia violaría los acuerdos de los clientes y los requisitos de confidencialidad”.
Esta negativa ha impedido la revisión requerida y ha supuesto la retirada de los auditores independientes.
“Nunca podemos olvidar la responsabilidad que tenemos como investigadores de garantizar escrupulosamente que confiamos en fuentes de datos que se adhieren a nuestros altos estándares. Basándonos en este desarrollo, ya no podemos dar fe de la veracidad de las fuentes de datos primarias”, afirmaron los tres investigadores.
Los autores piden “disculpas” a los editores de The Lancet y a los lectores “por cualquier vergüenza o inconveniente que esto pueda haber causado”.