En marzo de 2013, Shen Jie y Liu Xi estaban a punto de formar una familia cuando el automóvil de esta pareja china se estrelló en la provincia de Jiangsu. Liu murió en el acto y Shen perdió la vida cinco días después.
Según ha desvelado The Washington Post, en el Nanjing Tower Hospital, los embriones fertilizados de Liu estaban en un tanque de nitrógeno líquido. Para las familias de Shen y Liu, los embriones congelados se convirtieron en su única esperanza para una nueva generación. <
La tragedia desencadenó una batalla judicial de varios años. Según el periódico Beijing News, lo más desalentador fue que no había ningún precedente legal en China para que los padres heredasen los embriones de sus hijos fallecidos.
Sin embargo, según relata Infobae que se hizo eco de esta noticia, los padres de Shen y Liu elaboraron una inteligente estrategia legal demandándose mutuamente, en un intento de conseguir que el hospital de Nanjing liberara los embriones a uno de ellos.
Después de un año de procedimientos judiciales, el Tribunal Intermedio Popular de Wuxi falló a favor de los aspirantes a abuelos.
Los embriones dejados por Shen Jie y Liu Xi se han convertido en los únicos portadores de las líneas de sangre de ambas familias y así soportan la carga de su dolor y su consuelo espiritual y emocional.
Noticias con esta muestran hasta qué punto la legislación en temas relativos a la muerte tiene que recorrer un importante camino para adecuarse a los nuevos tiempos. Este se pudo comprobar en varias de las ponencias de la primera edición del Congreso Internacional de Longevidad y Criopreservación celebrado en España.