Project Prevention asegura que es la única manera de proteger a los futuros bebés

Una ONG paga 228 euros por esterilizar drogadictos

Para recibir el dinero, los clientes en Reino Unido tienen que demostrar que han sido arrestados en delitos relacionados con las drogas

Una ONG paga 228 euros por esterilizar drogadictos
Cocaína.

Mi marido y yo nos turnábamos. Dormía durante diez minutos y se despertaba gritando. Yo estaba furiosa con su madre, pensaba, ¿cómo puede alguien hacerle esto a su bebe?

Pagar a los drogadictos para que se esterilicen es abusivo y está mal, afirman los críticos de una iniciativa que lleva a cabo una organización sin fines de lucro en Estados Unidos y que ahora se traslada al Reino Unido.

Si llamas a la línea directa de Proyecto Prevención es posible que sea Barbara Harris, la fundadora de esta organización establecida en Estados Unidos, la que responda en persona al teléfono.

Es una mujer cálida y vivaracha, abuela de varios nietos, que tiene como objetivo regalar US$ 300 a tantas mujeres adictas a las drogas y al alcohol como sea posible.

¿Cuál es el trato? Ellas reciben métodos de contracepción a largo plazo o esterilización que les impida tener hijos, los cuales -considera Bárbara- no son capaces o no quieren cuidar.

Financiada a través de donaciones privadas, Proyecto Prevención es una organización sin ánimo de lucro.

Desde el momento en que inició sus actividades en 1997, la organización ha pagado a 3.242 adictos, o clientes, como ellos prefieren llamarlos.

La mayoría de ellas son mujeres. 1.226 de ellas fueron esterilizadas de forma permanente. Aunque también hubo hombres: 35 recibieron vasectomías.

Experiencia personal

Para recibir el dinero, los clientes tienen que demostrar que han sido arrestados en delitos relacionados con las drogas o facilitar una carta de su médico en la que confirma que toman drogas.

Se requieren, además, documentos recientes para probar que las personas han realizado efectivamente el tratamiento.

La motivación de Barbara Harris proviene de su propia experiencia. Ella ha criado y adoptado a cuatro niños nacidos de la misma madre drogadicta en Los Angeles.

Taylor es el nombre del segundo hijo que adoptó.

«No podía dejar de vomitar y parecía que sus ojos iban a salirse de sus órbitas», afirma. «El ruido le molestaba, la luz le molestaba y era incapaz de dormir».

«Mi marido y yo nos turnábamos. Dormía durante diez minutos y se despertaba gritando. Yo estaba furiosa con su madre, pensaba, ¿cómo puede alguien hacerle esto a su bebé?».

Su postura ha tenido una fuerte oposición. Sus críticos, como el grupo estadounidense de Defensores Nacionales de las Mujeres Embarazadas (NAPW en sus siglas en inglés), acusan a Barbara Harris de hacer «propaganda peligrosa».
Ingeniería social

Dicen que lo que hace el Proyecto Prevención es ingeniería social, definiendo una categoría de personas, los adictos, como incapaces de tener hijos.

Su plan ha sido comparado con la esterilización eugenésica que se llevó a cabo en Estados Unidos durante los años 30, o el programa eugenésico nazi, que condujo a la exterminación de judíos, la muerte de muchos gitanos, discapacitados mentales y homosexuales.

Estas comparaciones son descalificadas por Harris, quien dice que esas críticas no le preocupan.

«No me importa. Haré lo que sea necesario para evitar que los bebés sufran. Mi corazón está con los niños. No creo que nadie tenga derecho a imponer su adicción a otro ser humano».

También se le acusa de ser racista, al dirigir sus campañas promocionales -sobre todo- a comunidades negras de escasos recursos económicos. Ella responde diciendo que es irónico, puesto que está casada con un hombre negro.

«Tengo una gran familia y soy la única blanca en mi grupo familiar. Tenemos 10 hijos y son todos negros, algunos son multiraciales. Para mí, esto no tiene nada que ver con la raza».

Y, de acuerdo con sus propias cifras que no han sido validadas por otras organizaciones independientes, más de la mitad de los clientes de Proyecto Prevenciónson blancos.

Ofrecer dinero a adictos no es una solución, dicen otros críticos. Barbara reconoce que probablemente el dinero que ella les paga se gastará en más drogas.

Entonces, ¿por qué no utilizar estos mismos recursos y tratar de presionar para lograr que las mujeres no caigan en las drogas, o que sigan tratamientos mejores que los que existentes una vez que comienzan a drogarse?

«Hago una encuesta cada vez que alguien sigue un programa. La mayoría de ellas comenzaron a consumir drogas cuando tenían 11, 12, 13 años. Y todas han estado tomando y dejando programas de tratamiento. Lo intentan y vuelven a caer, lo vuelven a intentar y vuelven a dejarlo».

Oportunidades repetidas

«La gente me dice que debería concentrarme en el tratamiento para dejar la droga y no en el control de la natalidad. Pero el tratamiento es una lotería. Las mujeres lo siguen, dejan las drogas, vuelven a las drogas y eso no les impide seguir quedándose embarazadas».

«Si los demás tienen ideas y razones tan claras, deberían fundar una organización que haga lo que ellos me dicen que debo hacer. Yo me concentro en mujeres que son drogadictas y que se quedan embarazadas repetidamente. Ese es mi objetivo».

Organizaciones como la NAPW no niegan los problemas de los padres y madres que son adictos, pero argumentan que muchos de ellos pueden curar su adicción y convertirse en ideales padres de niños sanos.

También consideran que tener una familia es una de las partes más valiosas de la vida de un ser humano. Al quitarles esto, o la posibilidad de que ocurra, ¿no se está eliminando una de las motivaciones de una persona para desengancharse, la esperanza de una vida mejor?

«A estas mujeres se les da una oportunidad cada vez que traen un niño al mundo», dice Harris.

«Se les dice que si se someten a un programa de desintoxicación se les devolverá a su hijo. Se les da una oportunidad tras otra y tras otra».

«Y las drogas siempre son más importantes. Pero sin embargo, podemos al menos tratar de detener que den a luz a niños cuyas vidas pueden verse condenadas a acabar de la misma forma que la de sus padres».

Toma una postura muy dura… pero ¿siente empatía por las madres que viven en la pobreza?

«Si alguien cree que esas mujeres que tienen muchos hijos y que les son arrebatados lo pasan bien, se equivocan».

Y cuenta el caso de una mujer con 13 hijos que volvió a caer en las drogas. Cuando salió de ellas fue incapaz de encontrarlos.

«Tenía el corazón partido. No sabía dónde estaban, habían desaparecido».

 

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