SerGordo.com / Diario de una reducción de estómago

El día que comí (con los ojos) periquito con escamas, lubina con pipirrana y huevas, sushi pez mantequilla y huevo de codorniz con trufa

Mientras mis acompañantes disfrutaban de las creaciones del chef Ricardo del restaurante Kabuki, yo centrada en mi sopa de miso, pero sin sufrir

El día que comí (con los ojos) periquito con escamas, lubina con pipirrana y huevas, sushi pez mantequilla y huevo de codorniz con trufa
Tartar de toro con angulas, del restaurante Kabuki. restaurantekabuki.com

Pude ver y oler esa comida, que en otro momento hubiera degustado con auténtico placer, y no me sentí la mujer mas miserable por no catarla

Se va perdiendo peso continuamente, desde el 15 junio 2010, cuando empecé los batidos proteicos, habiendo sido la operación del bypass gástrico doce días antes, la pérdida de peso asciende a esta fecha a 12 kilos.

Me siento muy bien, tengo bastante energía, sigo a dieta blanda: tres batidos farmacéuticos –en mi caso Maritene, pero podría ser otra marca– al día, uno disuelto en leche descremada y los otros dos en agua; medio plato dos veces al día –comida y cena– de puré de puerro, zanahoria, judías verdes, muslo de pollo con una cucharadita de aceite de oliva y una pizca de sal; de desayuno, un Actimel, un Meritene y a media mañana un potito de fruta naranja batido y, a veces, un plátano, que me recuerda a las papillas de los niños, aunque a éstas se les suele añadir una galleta María.

Mi estómago en este instante es el de un niño pequeño y tengo que educarlo, poco a poco. Además tomo un complejo vitamínico y calcio.

Ayer, fui a comer con unos amigos y como despedida de Madrid al restaurante Kabuki, uno de mis preferidos y cuyo chef Ricardo cuenta con una estrella Michelin por su comida fusión española-japonesa.

Fui capaz de ingerir una sopa de miso y un té roíbos classic. Y ello en presencia de una suculenta, atractiva e impresionante comida que paso ante mis ojos bajo la batuta del gran chef: periquito con escamas, besugo shasimi, rabo de toro, atún rojo con patatas, lubina con pipirrana y huevas, sushi pez mantequilla, hamburguesa y huevo de codorniz con trufa, hasta chocolate con churros. Todo ello regado con champán, vinos alemanes; un festín que se merecían mis acompañantes.

Pude ver y oler esa comida, que en otro momento hubiera degustado con auténtico placer, y no me sentí la mujer mas miserable por no catarla. Más al contrario, estuve perfectamente y lo único que sentía es que no era mi momento, que alguna vez volvería a comer alguna de esas delicatessen, pero que sería en cantidades pequeñas.

Tras la operación mis sensaciones alimenticias han cambiado sustancialmente, siendo la más importante el no sentir ningún hambre.

Tal vez estoy muy disciplinada o concienciada, puede ser, pero creo que se debe al efecto de la cirugía. Ya he empezado a andar –insisto en que el ejercicio físico es muy importante– y hasta que no me quiten las grapas me contentaré con las caminatas y algo de piscina.

Ya saben lo del proverbio chino: la mejor improvisación es la adecuadamente preparada.

Buenos días y buena suerte.

 

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Autor

Concha Páez

Licenciada en derecho por la Universidad de Granada (1977-82).

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