Un estudio realizado por la Conselleria de Salud y Consumo ha detectado un elevado consumo de droga por parte de los turistas que visitan Baleares, hasta el extremo de que uno de cada cinco de los que acuden a Ibiza consume éxtasis (22%) y un 19% cocaína, porcentajes que en Mallorca se sitúan en el 3 y el 5%.
El conseller de Salud y Consumo, Vicenç Thomàs, ha informado hoy en una rueda de prensa de los datos del estudio «Ocio nocturno en las Islas Baleares, diagnóstico y propuestas de calidad desde la salud pública», con información de una encuesta realizada a turistas, otra a adolescentes y un tercer análisis de los locales de las áreas recreativas más significativas.
A partir de los datos objetivos que señalan el vínculo entre ocio nocturno y abuso del consumo de alcohol y otras sustancias, la Conselleria de Salud y Consumo ha elaborado un catálogo de medidas preventivas y recomendaciones y se ha reunido con empresarios del sector con la intención de «implicar a la industria para que se asuma que el ocio también puede ser saludable».
Entre las principales conclusiones del estudio, destaca que para un 68% de los turistas que acuden a Baleares la vida recreativa nocturna es el principal atractivo por el que han elegido las islas para sus vacaciones.
La encuesta realizada a 3.000 turistas determina además que el 82% de los británicos y el 71% de los alemanes que han estado de vacaciones en Mallorca declara haber visitado bares o clubes nocturnos cinco o más noches durante su estancia.
De los que acudieron a Mallorca, un 9% consumió cannabis, un 3% éxtasis y un 5% cocaína; cifras que se elevan entre los que estuvieron en Ibiza, a un 18% para los que consumieron cannabis, un 22% éxtasis y un 19% cocaína.
Además, más de la mitad de los británicos manifiesta haber consumido alcohol de manera importante, cinco o más días por semana durante sus vacaciones; dos o más día en el caso de los alemanes.
La Conselleria analizó también, entre mayo y septiembre de 2009, las 21 zonas recreativas más populares de Baleares, ubicadas en 14 municipios. De los 47 locales evaluados, más de la mitad no respetaba el aforo en hora punta (24 de ellos) y en el 68% había dificultades para moverse por la pista (32 locales).
En el 78,7% de los locales se comprobó que accedían a su interior personas con evidentes signos de embriaguez y en el 40,4% se encontraron menores de edad.
En cuanto a los datos sobre los adolescentes de Baleares que ha manejado la Conselleria para el estudio, un 54,1% de los jóvenes de 14 a 18 años declara consumir alcohol todas las semanas y son consumidores habituales de cannabis un 22,7%, según la Encuesta Estatal Sobre el Uso de Drogas en la Enseñanza Secundaria (ESTUDES 2008).
El conseller de Salud y Consumo ha señalado que los datos constatan la relación entre diversión y consumo de alcohol o drogas, especialmente en vacaciones y ligado al ocio nocturno lo cual constituye «un problema de salud pública, un factor de riesgo para caer en el policonsumo o la drogodependencia, para situaciones de violencia, de agresión sexual, embarazos no deseados y accidentes de tráfico».
La guía de medidas preventivas elaborada por la Conselleria se dirige a las Administraciones y principalmente a la industria del ocio a la que reclama que se ofrezcan bebidas alcohólicas a precios reducidos, la creación de áreas recreativas seguras al diseñar los locales, formación de personal para poder tratar a usuarios que hayan abusado del alcohol, controlar el aforo y la seguridad de los clientes a la salida del establecimiento.
Según el conseller, estas propuestas han sido bien recibidas por la industria del ocio nocturno.
La directora general de Salud Pública y Participación, Margalida Buades, ha destacado que la intención del catálogo de medidas es que «los problemas de salud se aborden no solo desde el sistema sanitario».
Buades ha señalado que aunque parezca compleja la aplicación de medidas desde la industria del ocio en pro de una modificación de la conducta de los jóvenes hacia un estilo de diversión más saludable, es tan factible como lo ha sido la implantación de criterios de calidad en materia de seguridad alimentaria, que hace quince años también parecía difícil.
