Al año mueren más de 12.500 personas tras pasar por Urgencias

Un 12 por ciento de los pacientes visitados en Urgencias sufren algún tipo de incidente o efecto adverso posterior, de ellos el 0,05 por ciento fallece, lo que significa que, teniendo en cuenta que se producen más de 26 millones de atenciones, mueren más de 12.500 personas al año.

«Es un porcentaje muy pequeño el que termina en muerte, no significa que los matemos, lógicamente, sino que por ese efecto adverso añadido a su enfermedad, la complican o hacen que tenga un desenlace fatal», explica el presidente de la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias (SEMES), Tomás Toranzo, quien matiza que «esto pasa en todos los servicios de Urgencias de todo el mundo».

Estos datos, que surgen del informe EVADUR realizado por la organización médica, muestran una relación significativa entre factores de riesgo de Urgencias y la aparición de efectos adversos e incidentes, y advierten de que un 70 por ciento de ellos son evitables.

En la mayoría de los casos se trata de efectos derivados del proceso, medicación y procedimientos, mientras que las causas más involucradas fueron las relacionadas con cuidados, medicación, diagnóstico y comunicación, que fueron factores de riesgo independientes.

No obstante, según explica Toranzo a Europa Press, «una de las causas más importantes es la que está vinculada a la falta de formación». Una formación que sería más completa de existir la especialidad de Medicina de Urgencias que llevan solicitando desde hace años al Ministerio de Sanidad.

«El problema de los servicios de Urgencias es que hay una gran rotación de personal al no haber una formación específica; los médicos abandonan el servicio en cuanto cogen un puesto de trabajo en su especialidad», añade.

El informe continúa señalando que un 7,5 por ciento de las visitas a Urgencias se debieron a un efecto adverso previo en otro servicio de Urgencias o en una atención médica anterior. Asimismo, se consideró que hubo total evidencia de que la asistencia sanitaria fue causante del proceso en el 31,9 por ciento de los episodios, mientras que en el 11,9 por ciento se consideró ausencia de evidencia.

Estas son algunas de las conclusiones que pueden sacarse del informe realizado durante siete días entre octubre y diciembre de 2009 por SEMES, y analizados la pasada semana en la jornada ‘El Futuro de la Medicina de Urgencias y Emergencias en el Sistema Nacional de Salud’.

El informe, que se realizó en 21 servicios de Urgencia hospitalarios e incluye un seguimiento de 24 horas en un total de 3.898 expedientes, también muestra otros datos como que el paciente que sufrió algún problema médico tras su paso por Urgencias se caracteriza por tener una edad media más elevada, especialmente por encima de 60 años.

El estudio, que ha tratado de analizar las causas de los principales problemas que surgen tras la atención, es para Toranzo digno de destacar, ya que «detecta los problemas vinculados a la asistencia sanitaria, es un estudio de seguridad clínica, y demuestra que queremos sabes qué fallos tenemos para tratar de corregirlos porque no debemos esconder la cabeza debajo del ala».

En cuanto a las franjas horarias en las que menos incidencias se registran son aquellas que van de entre las 16 y las 20 horas, lo que según SEMES podría estar relacionada con el funcionamiento hospitalario. Asimismo, el día con menores efectos adversos registrados es el martes, por el contrario el viernes es cuando más pacientes acudieron a recibir asistencia.

DOS MUERTES EN SIETE DIAS

Volviendo a la mortalidad registrada durante el estudio, el informe recoge que se asistieron siete casos que terminaron en fallecimiento, aunque sólo se contabilizaron dos casos claros que se relacionaron con total evidencia de fallo de actuación (0,05%) mientras que en los otros cinco (0,13%) no se pudo atribuir una relación directa con la aparición del efecto adverso (mínima o ligera evidencia).

«Uno de los 2 casos fue un fallecimiento por shock séptico donde se evidenció un error diagnóstico, un retraso en las exploraciones y una omisión de tratamiento antibiótico, mientras que el segundo fue una hemorragia digestiva en la que coexistió un manejo inadecuado de los signos de alerta, de los procedimientos, errores de medicación y retraso en las exploraciones vitales», señala el informe.

Esta situación, para SEMES, se podría arreglar con la puesta en marcha de una cultura de seguridad que facilite la comunicación y el registro de los efectos adversos tras la asistencia en los servicios de Urgencias.

En este sentido, demanda la implantación de sistemas de notificación «dado que la información compartida que aportan y la resolución de los problemas detectados permiten identificar y aprender de las experiencias y rediseñar los procesos, con el fin de evitar la recurrencia» de los efectos adversos.

«Es muy importante que se registre qué está pasando porque es el único mecanismo para conocer dónde se falla; es el único mecanismo para corregir y mejorar. Aunque a veces por mucho que se pretendan solventar se concatenan unas cosas con otras y los errores son inevitables», concluye.

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