Aumenta el número de pacientes con problemas cardíacos durante el embarazo

El riesgo de enfermedades cardiovasculares para las mujeres durante el embarazo continúa aumentando en los países desarrollados, principalmente debido a la cada vez más avanzada edad del primer embarazo y el aumento de riesgo de diabetes, hipertensión y obesidad que esto conlleva, según han explicado expertos en el marco del congreso anual de la Sociedad Europea de Cardiología (ESC, por sus siglas en inglés) que se celebra estos días en París (Francia).

Expertos aseguran que quedarse embarazada cuando se tiene una enfermedad cardíaca preexistente es «una gran preocupación» para los profesionales sanitarios puesto que «las complicaciones son frecuentes y van en aumento llegando en algunos casos a provocar la muerte, tanto de la madre como de su bebé».

Por ello, las nuevas directrices de la ESC publicadas en ‘European Heart Journal’ han sido bien recibidas por los entendidos del tema ya que consideran que «llegan en un momento en el que las enfermedades del corazón de la madre se han convertido en la principal causa de muerte materna durante el embarazo en Europa».

Sin embargo, tener una enfermedad cardiaca preexistente rara vez es una contraindicación para el embarazo. De hecho, muchas mujeres con trastornos cardíacos llevan bien el embarazo. Además, el tratamiento de las cardiopatías congénitas ha mejorado por lo que un mayor número de mujeres con enfermedades del corazón alcanzan la edad fértil, pero la enfermedad cardíaca congénita sigue siendo la enfermedad cardiovascular más frecuente durante el embarazo.

DIRECTRICES DE LA ESC

Debido a la creciente prevalencia de los problemas cardíacos durante el embarazo y a su gravedad potencial, las directrices describen una cuidadosa selección de enfermedades cardiacas, una adecuada evaluación de riesgos y consideran el asesoramiento como «crucial».

Las directrices dejan claro que gran parte de esa selección, evaluación de riesgos y asesoramiento pueden ser llevados a cabo en atención primaria, pero, «una vez que la enfermedad cardiovascular se sospecha, o incluso se confirma, los procedimientos de diagnóstico y las intervenciones deben ser realizadas por especialistas con experiencia en las técnicas y en el tratamiento de pacientes embarazadas».

Las recomendaciones generales de las directrices se apoyan en ocho secciones de grupos específicos de la enfermedad: cardiopatía congénita, enfermedad de la aorta, enfermedad valvular cardíaca, enfermedad coronaria, las miocardiopatías, arritmias, trastornos hipertensivos y el tromboembolismo venoso.

Se dedica un capítulo aparte a los fármacos cardiovasculares durante el embarazo e incluye una serie de recomendaciones de manejo para el seguimiento durante el embarazo, el tratamiento médico y la intervención en su caso, así como recomendaciones para el parto y posparto.

Los autores reconocen que hay que realizar registros y estudios prospectivos para mejorar el estado del conocimiento puesto que «esta falta de pruebas aún deja algunas cuestiones sin resolver», pero a pesar de esa falta de evidencia sólida, los autores concluyen que «las directrices son una contribución importante y se consideran muy útiles para el tratamiento de la enfermedad cardiovascular durante el embarazo en la práctica clínica».

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