Sin embargo la información suministrada ha sido deficiente
Ana Mato reapareció el miércoles en el funeral del sacerdote Miguel Pajares.
Muy bronceada, no precisamente por los fluorescentes de su despacho, afrontó las críticas a su ausencia pública en las últimas semanas con un argumento:
«Lo importante no es el protagonismo de un ministro sino la gestión en sí».
Es cierto, tiene razón. Es más, el ministerio que dirige Mato ha hecho una buena gestión sanitaria en la crisis del ébola; ahora bien, la gestión informativa ha sido pésima y a eso ha contribuido la ausencia en público de la ministra.
Desde el punto de vista médico, nada que objetar. En todo caso, quizás, algo de sobreactuación y exageración peliculera en las medidas adoptadas; pero más vale prevenir que curar.
Sin embargo, toda esa parafernalia desplegada en el traslado a España y en la hospitalización no ha tenido correspondencia en la información suministrada, especialmente a raíz de la muerte del misionero.
Pajares, ahí es nada, se ha convertido en la primera persona en todo el planeta que muere de ébola fuera del continente africano; por si fuera poco, era una de las tres únicas personas tratadas con un fármaco experimental contra ese virus.
Es decir, los ojos del mundo entero estaban pendientes del desenlace por interés humano, científico y médico. Pues bien, el día del fallecimiento no ya Ana Mato sino nadie, absolutamente nadie del ministerio salió a dar las más mínimas explicaciones.
Por no haber, no hubo ni un mísero comunicado desde Sanidad. Lo único que se facilitó a la opinión pública fueron dos escuetos párrafos desde el Hospital La Paz (de la Comunidad de Madrid) en los que se confirmaba la muerte de Pajares y se aseguraba que se iban a seguir los protocolos que marca la ley en estos casos de riesgo sanitario.
Esas son todas las explicaciones que se han dado hasta la fecha. Sinceramente creo que la opinión pública merece más; por ejemplo, creo que es de interés mundial saber qué ha pasado con ese suero experimental.
¿Ha fallado o es que cuando se le suministró era ya demasiado tarde? ¿Se hubiera salvado de no sufrir otras enfermedades previas?
Este periodista tuvo la ocasión de preguntarle al respecto a la ministra en el funeral. Su única respuesta fue que a eso tenían que contestar los médicos. Claro, los médicos a los que no han dejado comparecer ustedes.
En fin, parece que Mato no sólo no se enteraba de los Jaguar que había en su garaje; tampoco se entera ahora del interés que ha suscitado este caso en la opinión pública y, a mi juicio, no ha estado a la altura; buena gestión pero mala información y muy escasa sensibilidad social.