Investigadores del área de Psicobiología de la Universidad de Granada, junto a la Universidad Autónoma de Baja California, han detectado la zona del cerebro que modula el rechazo hacia nuevos sabores que se asocian a malestar gastrointestinal o síntomas de envenenamiento. Los resultados del estudio, realizado con ratas, pueden ser de ayuda en el tratamiento de enfermedades como la anorexia, la obesidad o la diabetes, y en alteraciones alimentarias que suelen aparecer tras el tratamiento quimioterapéutico.
El rechazo de aquellos alimentos que el cerebro asocia con toxicidad gástrica y envenenamiento es característico de lo que los expertos denominan aprendizaje aversivo gustativo. Aunque sus consecuencias en la conducta alimentaria están bien descritas, se desconoce la totalidad de conexiones cerebrales que intervienen en cada fase de la adquisición del rechazo del sabor y, particularmente, en la formación de la memoria gustativa y su asociación con trastornos gástricos.
Partiendo de estudios previos en los que se sugerían la participación de la amígdala en la aversión al sabor, los investigadores focalizaron sus observaciones en esta pequeña estructura situada en la región límbica de ambos hemisferios del cerebro que interviene en el aprendizaje, la memoria y en el procesamiento de las emociones.
Fuente:SINC/Leer más